CARTA DE NAVIDAD A LA FAMILIA DEL PRADO MEXICANO
“Oh inefable misterio! Dios está con nosotros, Dios ha venido a hablarnos, ha venido a vivir con nosotros para hablarnos e instruirnos”
(VD 62).
Queridos hermanos y amigos,
Estamos a las puertas de la celebración de la navidad, fiesta que nos hace presente el misterio de la Encarnación de nuestro Dios en su Hijo Jesucristo. Sabemos que Adviento, Navidad y Epifanía, son como un trípico que nos introducen progresivamente en la celebración y reflexión de nuestro Dios que a través de los profetas alimentó la esperanza de su pueblo para realizarla de manera plena con el nacimiento de su Hijo Jesucristo.
El misterio de navidad fue un detonante en la experiencia y ministerio sacerdotal del P. Antonio Chevrier. Allí descubrió un senMdo nuevo y determinante que le dio un giro apostólico a su servicio en la parroquia.
Contemplar la belleza del Pesebre y de Jesucristo encarnado le conmovió y llevó a una conversión más profunda: “Meditando la noche de Navidad sobre la pobreza de Nuestro Señor y su abajamiento en medio de los hombres, tomé la resolución de dejarlo todo y vivir lo más pobremente posible… me convirtió en el misterio de la Encarnación”.
Sin embargo, para el P. Chevrier, al constatar que “los hombres se siguen condenando”, La contemplación del misterio divino y su revelación en Jesucristo, lo llevó a setiIrse llamado a colaborar eficazmente en el designio del Padre: “Entonces me decidí a seguir más de cerca a Nuestro Señor Jesucristo, para hacerme más capaz de trabajar eficazmente en la salvación de las almas”. Esto lo llevó a buscar reproducir en todo los rasgos de su Señor, ser otro Cristo en el pesebre, la cruz y la eucaristía.
En nuestra última sesión de formación reflexionamos sobre el llamado a hacer de nuestras parroquias y espacios de trabajo un lugar de santificación ministerial en el ejercicio de un apostolado misionero que sea decididamente la construcción de comunidades en donde los pobres tengan el lugar prioritario y un servicio a la formación de laicos que construyan el Reino de Dios en el mundo. Una vez más, hemos sido confirmados en la necesidad de tener a Jesucristo como fuente vital de nuestra vida, misionero del Padre que nos introduce en el dinamismo de caridad de la Trinidad y nos sigue invitando a colaborar en su obra.
Queridos hermanos, en la celebración de este gran misterio de nuestra fe, alegrémonos y pidamos la gracia que tocó y transformó la vida de P. Chevrier. Ante el pesebre de nuestras comunidades, oremos junto con él:
“Oh Cristo, Oh Verbo ¡Qué bello y qué grande eres! ¡Quién acertara a conocerte ¡Quién pudiera comprenderte! Haz, oh Cristo, que yo te conozca y te ame. Tú, que eres la luz, manda un rayo de esa divina luz sobre mi pobre alma, para que yo pueda verte y comprenderte. Dame una fe en E tan grande, que todas tus palabras sean luces que me iluminen, me atraigan hacia E y me hagan seguirte en todos los caminos de la justicia y de la verdad.
¡Oh Cristo! ¡Oh Verbo! ¡Mi Señor y mi único Maestro! Habla, que quiero escucharte y poner en práctica tu palabra. Quiero escuchar tu divina palabra, que sé que viene del cielo. Quiero escucharla, meditarla, pricE carla, porque en tu palabra está la vida, la alegría, la paz y la felicidad. Habla, Señor. Tu eres mi Señor y mi Maestro. Quiero escucharte sólo a Ti.
En medio de nuestro mundo marcado por la violencia, la pobreza, la migración masiva, y muchos más dramas, dejémonos una vez más, cautivar por la belleza y ternura de Jesús que como hermano entrañable nos congrega en el pesebre y nos invita a seguirlo más de cerca y a colaborar construyendo un mundo más humano y fraterno.
Que el niño Jesús nos sonría desde el pesebre y nos contagie de su paz y alegría para que junto con los pastorcitos y los reyes magos vayamos a anunciarlo a nuestras comunidades.
¡Feliz Navidad y Que el Señor bendiga nuestro nuevo año 2023!
Héctor Villa
Consejo del Prado en México