
FORMANDO APÓSTOLES POBRES PARA EVANGELIZAR A LOS POBRES
Experiencia del Diplomado de Formación para animadores/as de Comunidades Eclesiales de Base
Las Comunidades Eclesiales de Base “han sido escuelas que han ayudado a formar
cristianos comprometidos con su fe, discípulos y misioneros del Señor…”
(Documento de Aparecida 178)
Del 2 al 11 de agosto de 2013 se realizó el VI diplomado de formación teológico – pastoral para animadores/as de CEB en el pueblo de Concepción de Buenos Aires, Jalisco. Esta es una iniciativa que parte de la necesidad de las mismas comunidades de vivir un “relanzamiento” permanente obedientes al espíritu misionero que les caracteriza; considerando que la formación además de ser un eje fundamental para su actualización y crecimiento, es un espacio para el encuentro y el intercambio de experiencias vividas a lo largo del caminar.
¿Cómo ser fielmente creativos a los principios que dieron origen e hicieron historia el movimiento de Jesús de Nazaret y las primeras comunidades cristianas? La búsqueda de respuestas nos pone en camino y nos lleva a compartir lo que el Espíritu Santo va suscitando en la vivencia comunitaria, así que recoger, reflexionar, sistematizar y compartir es nuestro proceso pedagógico en el que todo entra en juego para el aprendizaje: cordialidad, emotividad, confrontación de saberes, puesta en práctica…
Para cuestión práctica y de articulación entre las iglesias desde la base, las Comunidades Eclesiales de Base han ido creando redes regionales según se facilite la comunicación o se tengan elementos comunes. Así en nuestro país las CEB se articulan en 12 regiones, en su mayoría integrada por varias diócesis. La presente experiencia convoca a las 12 regiones a que envíen delegados/as de las comunidades para su formación. Cada año una región asume la sede ofreciendo la infraestructura necesaria y algunos servicios y un equipo integrado por colaboradores/as de diversas partes organiza lo relativo al desarrollo del proceso de formación. Este verano, acudieron a la convocatoria 52 personas, en su mayoría de la diócesis de Cd. Guzmán y las diócesis vecinas que conforman la región 8. A ellos nos sumamos siete miembros de un equipo para el servicio de formación que fuimos haciendo la labor de provocar “amarres”, acompañando el caminar mediante la escucha, la asesoría y diversos servicios de logística.
Una experiencia de encuentro
Un lugar especial ocupa la procedencia de cada participante, en el sentido de que es enviado por una comunidad para el encuentro e intercambio con miembros de otras comunidades. Esto se enfatiza a través del trabajo previo de cada participante, recogiendo algunos aspectos de su cultura y realidad social – eclesial de tal modo que al participar en el diplomado lleva consigo algunas voces, expresiones y experiencias para compartir ya sea de manera espontánea o en los momentos programados para las presentaciones culturales. Este ejercicio ayuda en gran medida a una revalorización de la identidad tanto personal como colectiva y a desarrollar el sentido de pertenencia a un pueblo.
Y es desde esta condición cómo cada sujeto se va disponiendo para participar: ¿qué ofrezco a los demás?, ¿qué actitudes tengo que cultivar?, ¿qué espero de este espacio?, etc; el encuentro con uno mismo, una misma, va creando condiciones para acoger con admiración, escucha atenta, respeto y alegría la vida que los/as otras participantes van ofreciendo. Poco a poco la experiencia de proximidad dada en los testimonios e historias, nos va ayudando a identificar las raíces comunes, a sabernos tejedores y tejedoras de un mismo proyecto: aprender a ser pueblo de Dios.
La vida como fuente de aprendizaje
La dinámica que se pretende generar para hacer propicio el aprendizaje es la misma vida comunitaria, en cierta medida tratamos de reproducir el espíritu de comunidad donde sea posible un trabajo personalizado con la participación de todos y todas haciendo equipos -pequeñas comunidades-. Es en este ambiente donde se organizan los servicios para un buen funcionamiento de la experiencia formativa: oración, noticias, enlaces, ambientación, acondicionamiento del lugar, etc. así mismo ocupa un lugar especial el momento del compartir más cercano acerca de lo que va provocando la temática en turno. Como constante, es frecuente estar haciendo referencias a la vida de la comunidad de procedencia, ya por los cuestionamientos suscitados, ya por la emoción que surge al descubrir nuevos campos de oportunidad.
Algunas dinámicas para el crecimiento personal, disposiciones para la escucha de uno mismo/a, para el auto-conocimiento, el propiciar la formación de una conciencia crítica a través de diversas claves de interpretación de la realidad, nos van ayudando a descubrir la vida más próxima como dadora de saberes.
A partir de los medios pobre
La misión del Espíritu Santo, como lo constata el mismo evangelio, se realiza entre los pobres y sencillos y como tal son sus mediaciones. Esta convicción se mantiene y se cultiva en nuestros espacios de formación, pues es es intención desarrollar capacidades para acoger, acompañar, entender y proponer caminos de liberación tanto en el plano personal como en lo comunitario. Es ahí donde están los recursos: en lo humano con su riqueza de expresiones y relaciones, lo que nos lleva a revalorarlas de manera creativa. Son las historias de cada uno/a, los símbolos propios, los tiempos… el lenguaje principal con el cual se va resignificando el sentido de ser comunidad de discípulos y misioneros, ser iglesia.
El plan integra la temática en cuatro módulos de nivel introductorio, además de las experiencias mencionadas, se trabaja en la adquisición de herramientas para hacer lectura popular de la Biblia, bases para la cristología, eclesiología y claves para la comprensión de la historia de la iglesia, diálogos sobre nuestra espiritualidad, tejido por un eje transversal que es el discernimiento. Así mismo se comparten temas relativos a la misión – proyección de las CEB.
Procuramos contar con la presencia de algunas organizaciones comunitarias, surgidas de las CEB o en relación con las mismas para el compartir de su experiencia, en ellas observamos la vivencia de una espiritualidad concreta, así como algunos elementos de metodología y proyección comunitaria. Cuando las condiciones del lugar y los tiempos lo permiten, el grupo se desplaza a distintos lugares como acercamiento más directo al campo de trabajo de dichas organizaciones.
Formar apóstoles pobres para la evangelización de los pobres
Descubrir en cada experiencia de formación la riqueza de posibilidades para compartir la Buena Nueva es irse dejando formar por el Espíritu como apóstol pobre. Descubrir que la Buena Nueva, más que un contenido doctrinal, es una persona: Jesús de Nazaret, encarnado en el hoy de nuestra historia y que se le experimenta en el encuentro con los pobres es una gracia. Misma que viene dada en medio de los desafíos encontrados, en la confianza depositada y en el surgimiento de nuevas esperanzas, especialmente entre los/as jóvenes.
Participar de estos espacios para la formación de discípulos – misioneros, ha sido un verdadero regalo, una oportunidad para continuar en esa labor de irse dejando formar también por el Espíritu para hacer de nuestra iglesia una iglesia de los pobres.
Claudio Alonso Murrieta Ortiz
Tuxcueca, Jalisco. 13 de agosto de 2013
