PÁGINA DE CUADERNO DE VIDA
“DENLES USTEDES DE COMER”
(LC. 9, 12 – 17).
P. Carlos Piña Almanza
Arquidiócesis de Tlalnepantla
COMEDOR COMUNITARIO, PARROQUIA DE SAN BENITO
A finales del mes de marzo del año 2020, estando próximo a la celebración de la Semana Santa, veía con cierto temor la situación que se vivía en el mundo con el virus Sars – Covid 19.
Había muchas preguntas que nos planteábamos conforme a esta situación que iba en avance:
¿Qué pasará con la semana santa?
¿Tendremos que cerrar los templos?
¿Cómo atender a los enfermos?
¿Cómo hacer para sobrevivir en esta situación que se avecina con los pocos recursos que se tienen? Entre otras muchas preguntas más.
El lunes de la semana mayor, se acercó Tere (coordinadora de la pastoral profética), y me dijo: “padre mucha gente se está quedando sin trabajo y no tiene para comer, quiero pedirle que si sabe de alguien que no tiene un plato de comida, dígales que en mi casa tendré algo para darles”.
Debo comentarles que sentí una inquietud en mi corazón frente a este noble gesto, y no pasaron muchos días cuando se acercó nuevamente
para decirme: “padre y si hacemos un comedor para la gente que lo necesita”.
No puede negarme frente al llamado que Jesucristo me hacía a través de ella.
No teníamos nada qué ofrecer, más que unos cuantos kilogramos de frijol, arroz y lentejas.
Así es como inició esta obra maravillosa “Denles ustedes de comer”, durante casi 4 meses hemos compartido en pan de cada día con nuestros hermanos más pobres llegando a compartir hasta el día 15 de Julio del presente año más de 24,000 comidas para los pobres.
De los hechos más significativos han sido una familia que cuando llego su turno, los niños llegaron emocionados y vieron las cazuelas llenas y volteaban a ver a su mamá y le decían llenos de alegría “mamá, mamá hoy si vamos a comer”.
En otra ocasión nos donaron 194 piezas de pollo, la gente llegaba cansada, con necesidad y con hambre. La fila de personas no cesaba, nuestra sorpresa fue cuando supimos la cantidad de personas que habían comido ese día 242 y además, sobraron 10 piezas de pollo más. Dios multiplica el pan.
Ver llegar a Lupita, una señora de 82 años que vive en la pobreza extrema, que camina por más de 40 minutos para poder llegar hasta la parroquia para pedir el pan, ver el rostro de ese Cristo pobre y con hambre, nos lleva a seguir adelante, para seguir dando lo mejor de nosotros mismos. Y así numeroso casos de realidades distintas.
El Evangelio de Marcos 6, 36 – 38 dice: “Despídelos para que vayan a los poblados y aldeas de los alrededores y se compren algo de comer.
Jesús les respondió: denles ustedes de comer.
Ellos le contestaron: ¿Dónde vamos a ir a comprar pan por valor de doscientos denarios para darles de comer?
Él les preguntó: ¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver. Cuando averiguaron, le dijeron: cinco panes y dos peces”.
Es necesario en la vida estar atentos a los gritos del Señor, que nos habla de diferentes maneras.
Debo confesarles que, cuando me dijeron de abrir el comedor, una parte de mí pensaba: solo hay frijoles y arroz, pero escuche una voz interior que me respondió de inmediato “Dios provee”.
Creí en ese llamado que el Señor me hacía a través de una hermana laica, y solo dije aquí están mis cinco panes y dos peces y Dios ha puesto lo demás.
Es muy cierto que Dios provee y da todo lo necesario y han sido muchos hermanos que se han sumado a esta noble labor para compartir sus panes y pescados. Pienso que esa es la forma en la cual se sigue cumpliendo la Palabra de Dios – “denles ustedes de comer”.
Desde hace 4 meses descubro como el Espíritu Santo llena los corazones de los fieles, aprendiendo a ser solidarios, abriendo las puertas de su corazón para mostrar el rostro misericordioso del Padre que nos da el pan de cada día.
Las matemáticas de Dios son diferentes a las de nosotros, porque todo se multiplica desde su amor y compasión por cada uno de nosotros.
Veía con tristeza como aparecían algunas cuentas bancarias por redes sociales para pedir ayuda para las parroquias, para los sacerdotes, cuando la voz del Señor era clara, “denles ustedes de comer”. Por ello estoy convencido que Dios da solo lo necesario para seguir compartiendo y frente a ello debemos pedir perdón como clero, por solo pensar en nosotros mismos y olvidarnos en muchas ocasiones de nuestro hermanos pobres y necesitados.
También veo con mucho agrado otras tantas comunidades que se han abierto a esta posibilidad de vivir de manera solidaria con los pobres el pan de cada día. Que nuestro Señor Jesucristo, siga suscitado en sus pastores un corazón similar al suyo, donde tengamos la oportunidad de ser guiados por su Espíritu.
Y tú ¿Cuántos panes y pescados sigues guardando?.