PÁGINA DE CUADERNO DE VIDA
– Buscadores de Amor –
P. Emilio Zaragoza
Hoy, Domingo 10 de enero de 2021, Fiesta del Bautismo del Señor Jesús, después de concelebrar con el Párroco, padre Miguel Ángel Rangel, llegaron personas que de ordinario venían a Misa de 1 pm al Templo de San Francisco de Asís, Tepeji del Río de Ocampo, Hidalgo; pero que ahora, por las medidas extremas de seguridad de salud, tuvieron que quedarse en el atrio, participando en la Santa Misa por medio de sus celulares. Me pidieron les bendijera sus veladoras para encenderlas en honor de la Divina Providencia cada día primero del mes, bendijera su recipiente con agua, sus imágenes, cirios, ante el temor de que no haya Vigilia Pascual este año.
Les bendije todo, salí al estacionamiento y un joven que estaba con una joven se dirigió a mi encuentro para pedirme informes sobre pláticas para matrimonio. Le respondí que ahora no hay pláticas presenciales y que mañana lunes 11, viniera a la oficina parroquial para solicitar sus trámites matrimoniales. Hablé a la secretaria para confirmar que habría servicio de oficina.
El joven, llamado Juan, me informó que llevaban un año viviendo juntos, él y Esperanza. Les pregunté ¿Se aman mucho? Sí, mucho, me respondió él. Entonces Esperanza se le juntó y Juan la estrechó con sus brazos. Les dije: me gusta mucho ver abrazados a los esposos que se aman. Juan reaccionó diciendo, “usted sí busca a Dios, sentí muy bonito dentro de mí, como cosquillitas (se tocó a la altura de sus entrañas), cuando usted nos dijo eso”. Las palabras de Juan me conmovieron hasta las lágrimas. Yo también sentí muy bonito escuchar a Juan. Esperanza tiene 19 años; Juan, 24.
Esperanza me pareció de un aspecto simple, porque llevaba en sus manos un perrito de peluche. Le pregunté por qué llevaba ese perrito, Juan me respondió, es para sentir como si ya trajera un niño y, aquí en mi mochila traigo más peluches de ella. Capté que el amor de Juan es muy tierno para con Esperanza.
Ambos son buscadores de Dios Amor. En Juan se muestra que “el Señor es misericordioso” y el amor de Dios es para siempre, como lo dicen varios salmos repetidas veces: “¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!” se repite en los salmos 106,1; 107,1; 118,1 y 136,1. En este último salmo en los 26 versículos se repite el coro: Ki LeOlam jasdó “¡porque es eterno su amor!”. Este estribillo del salmo 136 nos lo recordó el Papa Francisco en su Bula de convocación del jubileo de la Misericordia, “Misericordiae Vultus”, 7, del 11 de abril de 2015. En Esperanza se muestra que no estamos perdidos, no estamos en un callejón sin salida en esta situación de la pandemia que nos arremete ahora con furia por segunda vez: 33 municipios de Hidalgo están en ROJO, de los cuales, 11 corresponden a nuestra Diócesis de Tula. Hay esperanza de salir de este hoyo de fango que nos llega hasta el cuello. “Me cercaban los lazos de la muerte, se apoderaban de mí las angustias del lugar de los muertos; me encontraba triste y afligido, entonces invoqué el nombre del Señor: ‘¡Te ruego, Señor, sálvame!’. Alma mía, recobra tu calma ¡el Señor lo hizo todo por ti!” Salmo 116,3-4.7
Toda la Sagrada Escritura está llena de signos y palabras del Amor de Dios, del Dios que es amor. “DIOS ES AMOR”, nos lo recuerda San Juan en su Primera Carta 4,8-21, diciéndonos que “Dios nos amó primero”. Benedicto XVI nos enseña esta gran verdad divina, amplia y profundamente en su Carta Encíclica “Deus Caritas est” (Dios es Amor) del 25 de diciembre de 2005.
Jesucristo nuestro Señor es el rostro visible del amor de Dios y a través de los cuatro Evangelios nos muestra su amor, compasión y misericordia hacia los enfermos, los pobres y los pecadores; y, hacia aquellos que sufren el peso y fatiga de los excesivos preceptos y prohibiciones impuestas por los Maestros de la Ley, que lo hace exclamar después de alabar al Padre porque en su amor reveló sus secretos a los pequeños y sencillos: “Vengan a mí todos los cansados y abrumados por cargas, y yo los haré descansar. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus vidas, pues mi yugo es suave y mi carga, ligera”. Mateo 11,26-30.
San Pablo experimenta ese amor del Padre en Cristo Jesús que lo eligió y tuvo confianza para confiarle el ministerio del Evangelio de la gracia, lo que lo hace exclamar: “Pero la gracia de nuestro Señor sobreabundó junto con la fe y el amor que están en Cristo Jesús.” 1 Timoteo 1,12-14. Por eso, no cesa de repetirnos una y otra vez que Dios es “rico en misericordia” y exhortarnos a revestirnos de “entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” (Efesios 2,4; Colosenses 3,12).
¡Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco!
Tengo sed de ti; por ti desfallezco.
Mi ser se aprieta contra ti,
tu mano derecha me sostiene.
(Salmo 63,2.9)
Señor Jesús, Sacramento del Padre,
conviértenos en gambusinos de tu Amor,
para que, enriquecidos con este gran tesoro,
lo repartamos a manos llenas.
Amén.