PÁGINA DE CUADERNO DE VIDA
– DON TOÑO – DOÑA CHEPIS –
Señales de Dios
P. Juan Olloqui /Chihuahua.
Son ya varias las ocasiones en que nos visita un matrimonio; no entra a casa, permanece a la puerta de nuestra casa. Su intención es una: compartirnos algo de sus alimentos, preparados con mucho cariño y esmero, aparte de estar muy sabrosos. Esta pareja llega, dice que trae algo preparado para los curas de esta casa. Y antes de retirarse, piden un favor: ¡la bendición!
La contingencia provocada por el covid 19, lo sabemos todos, acarrea innumerables cambios en nuestra vida, particularmente ha afectado considerablemente la relación personal. Si los sacerdotes dependemos de la generosidad de los fieles laicos, que suelen depositar su ofrenda en la eucaristía, hoy esta realidad se ve mermada, a tal punto que los gastos propios de la parroquia se han tenido que reorganizar de otra forma o suspender determinados servicios. Esta situación la comprenden muy bien algunos hermanos laicos, a tal punto que se han dado a la tarea de hacer que no falte el alimento en nuestra casa. Es el caso de Doña Chepis y don Toño.
A este propósito comentaba un día el padre Javier, mi párroco: “¡La gente no nos dejará morir de hambre, bendito sea Dios!” Y es cierto, lo constato. El cariño y el amor de nuestras gentes se ha notado considerablemente sobre todo en estos días de pandemia. No cabe duda que Dios se vale de los pobres para compartir sus bienes.
“Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20). Cuando los testigos de Jesús trabajan haciéndolo presente a Él, las gentes valoran tanto este servicio que se dan a la tarea de agradecerlo a Dios sirviendo a otros hermanos. Hoy nos hemos beneficiado de algo que nuca buscamos, pero que Dios se ha encargado de despertar en otros su compartir con nosotros.
Cuando releo el capítulo 6 de Mateo, me doy cuenta que Jesús sabía por experiencia lo que decía: “Busquen primero el reino [de Dios] y su justicia, y lo demás lo recibirán por añadidura” (ver Mt 6,25s). Y hoy recibimos de los pobres aquello que es signo de que Dios nunca nos olvida. Al mismo tiempo, esto me reta a hacer lo mismo: mirar dónde están los que padecen las verdaderas necesidades para hacerme presente también yo en sus vidas.