BENDICIÓN DEL ICONO DEL PADRE CHEVRIER
Reseña de la jornada del 17 de junio de 2021
Capilla del Prado, Lyon, Francia.
La familia pradosiana es consciente que su origen proviene de un don excepcional con el que el Espíritu Santo dotó a la Iglesia a través del Beato Antonio Chevrier. Por su naturaleza, el don es gratuito e invita a la responsabilidad. De hecho, aquel que lo recibe, es llamado no sólo a acogerlo y a difundirlo en el mundo contemporáneo, sino también a compartirlo con las generaciones venideras. La invitación de Jesús a los Apóstoles: “Recibieron gratis; den gratis”, es más actual que nunca. Por su naturaleza, el don recibido está destinado a permanecer en el circuito virtuoso del don, de lo contrario morirá y la humanidad, para la que está destinado, empobrecerá”.
La conciencia de este don nos instó a explorar la experiencia de Chevrier para buscar una luz que nos ayudara en nuestro camino. Pronto pudimos constatar que, a partir de la experiencia mística de la Navidad de 1856, el Padre Chevrier portaba en su corazón el anhelo de la santidad. Al Padre Antonio no le bastaba sólo ser un buen sacerdote, un sacerdote que estaba comprometido con la cura pastoral. Cuando era un joven sacerdote se percató de que la eficacia de su caridad pastoral dependía de la posibilidad de ser un santo. Por este motivo, le apremiaba el deseo de convertirse en santo para santificar a los demás.
No esconde este deseo en sus adentros, sino que lo propone y lo señala como la meta necesaria para alcanzar la eficacia apostólica. Escuchemos lo que pide a sus seminaristas:
Queridos hijos, hay que llegar a ser santos, hoy más que nunca; ¡sólo los santos podrán trabajar eficazmente en la conversión de los pecadores, para gloria de Dios y para el triunfo de nuestra santa Iglesia! ¡Oh! ¡Qué cosas tan hermosas hacían los santos en la tierra! ¡Cuánto agradaban a Dios y qué útiles eran al prójimo!
¡Los santos son la gloria de Dios en la tierra! Son la expresión viva de la divinidad aquí abajo. Son la alegría de los ángeles y la dicha de los hombres.
Un santo es un hombre que está unido a Dios, es una sola cosa con él, pide a Dios, habla a Dios y Dios le obedece. Es un hombre que tiene en su mano todos los poderes de Dios, un hombre que remueve el universo entero cuando está bien unido al Maestro que gobierna todas las cosas. Los santos son los hombres más poderosos de la tierra. Lo atraen todo hacia sí, porque tienen la caridad y la luz de Dios, y la fecundidad del Espíritu Santo. Tienen la riqueza de Dios que distribuyen entre las criaturas. Son los administradores de Dios en la tierra. Queridos hijos, tenéis que ser santos. Tenéis que llegar a ser luces para guiar a los hombres por el buen camino, fuego para calentar los fríos y los hielos, imágenes vivas de Dios en la tierra para servir de modelo a todos los cristianos (C. 82 del 24/ 01/1872 Seminaristas).
La conciencia de vivir abiertos al don de la santidad, y sobre todo de desearla, nos iluminó el camino al escribir el programa general: “Un deseo sincero: convertirnos en santos para santificar a los demás” (Carta 22). El Papa Francisco nos abrió el camino a la santidad alentándonos a buscarla sin miedo. (GetE n. 32). En conclusión, hoy no podemos pensar en la vida cristiana sin asumir la meta de la santidad.
El Proceso hacia la Canonización del Beato Antonio Chevrier.
La mirada positiva hacia el Padre Chevrier responde necesariamente al deseo de santidad. Contrariamente a la imagen que solemos tener de Chevrier como un hombre ascético, propenso a las privaciones y, por ende, voluntarista. Esto lo podemos deducir del conocimiento que tenemos de la religiosidad del siglo XIX. Sin embargo, ante todo, Antonio Chevrier no es un hombre ascético sino un hombre de fe, y de una fe radical. Su estilo de vida no es fruto del voluntarismo sino de la decisión de tomar el Evangelio como regla de vida. Sostiene su decisión en un acto de fe. Él lo decía: “fue cuando estaba meditando” el Verbo encarnado “que decidí seguir a Jesucristo más de cerca”.
El Espíritu Santo ejerció su obra en el Padre Chevrier, reproduciendo en él el Cristo del Pesebre, el Cristo de la Cruz y el Cristo del Sagrario. Fue el Espíritu Santo quien trabajó el corazón de Chevrier para conformarlo con Cristo. Chevrier colaboró con la acción oculta y secreta del Espíritu Santo en él. Cultivando el anhelo de santidad, su centro de referencia se volvió Jesús en “su vida mortal” y, en consecuencia, vivió de manera admirable el camino de discípulo y de apóstol.
¿Quién reconoció la extraordinaria obra del Espíritu en Chevrier, el apóstol de la Guillotière? Entre ellos seguramente estaban los pobres que a su muerte empezaron a circular su palabra, tanto espontánea como verdadera, con la que reconocieron que el padre Chevrier había muerto, pero que, al morir, había muerto un santo.
Desde entonces, se empezó a difundir su fama de santidad, primero en la Iglesia de Lyon, luego en Francia y gradualmente en la Iglesia Católica. Con el proceso de Beatificación, la propia Iglesia reconoció sus virtudes heroicas señalando al Padre Chevrier como ejemplo de vida evangélica. Un ejemplo para todos los bautizados, un modelo de vida sacerdotal para el clero diocesano, una inspiración para toda forma de consagración, tanto religiosa como laica, que pretenda continuar su Obra: seguir más de cerca a Jesucristo para proclamar el evangelio en las periferias, como el Papa Francisco nos recuerda que hoy seamos la frontera de la Misión.
La familia pradosiana tomó consciencia de su responsabilidad de difundir el ejemplo del Padre Chevrier señalándolo como guía en la Sequela Christi. La Diócesis de Lyon también ha compartido esta responsabilidad hasta el punto de ser coactor junto con los principales líderes de las tres ramas de la familia pradosiana (sacerdotes, monjas y laicos consagrados).
Los coactores identificaron en la persona del hermano dominico Gianni FESTA, al Postulador a quien encomendarle la causa de la canonización. Además, asignaron a un Administrador del fondo que deberá financiar los pasajes canónicos de la causa, el Mons. Patrick Le Gal, Obispo Auxiliar de Lyon.
Se estableció una Comisión de Canonización para que los representantes de los coactores puedan animar concretamente a sus respectivas comunidades con iniciativas apropiadas para aumentar la reputación de Santidad de Chevrier entre el pueblo de Dios. “Todos tenían sus ojos fijos en Él”
Una de estas iniciativas fue mandar a escribir un ícono que representara la experiencia espiritual de Chevrier en un lenguaje más simbólico, más allá de las reproducciones o imágenes conocidas hasta ahora del Fundador del Prado.
La iconógrafa Cristina BARALDO de Vicenza (Italia) fue la persona elegida para colaborar con los responsables del Prado en la determinación del tema del propio ícono. Finalmente, su escritura también fue posible gracias a la sensibilidad espiritual y artística de la autora, así como al respetuoso lenguaje iconográfico.
Hoy contamos con un ícono que nos permite contemplar el misterio que convirtió al padre Chevrier. Habiéndolo acogido a través de la liturgia de bendición el pasado jueves, 17 de junio de 2021, este ofrece a todos los cristianos de todo orden, grado y latitud la oportunidad de peregrinar internamente hacia al misterio que generó en Chevrier el deseo y la decisión de seguir más de cerca a Jesucristo para una mayor eficacia de la obra apostólica.
La bendición del ícono a manos del arzobispo de Lyon, Mons. Olivier de Germay, estuvo acompañada del texto de Lucas que relata la forma en la que Jesús inaugura su misión en Nazaret (4:16-21). Fijar nuestra mirada en Jesús nos lleva al Hoy de Dios, en cumplimiento de las Escrituras. El Padre Chevrier es un signo ejemplar de lo que produce en la vida de una persona bautizada y de una persona consagrada la irrupción de Dios a través del Espíritu que consagra y envía.
Convertirse en santos, ¿un llamado para todos?
El precedente de la liturgia de bendición fue una mesa redonda en donde se presentaron los coactores. El padre Armando Pasqualotto presentó a los coactores explicando el marco general de la jornada y el sentido de la iniciativa: difundir el mensaje espiritual del beato Antonio Chevrier. La peregrinación es un medio importante para aumentar su reputación de santidad entre el pueblo de Dios. A través del ícono se propone una peregrinación espiritual con el sustento de un texto que en nueve etapas retoma el icono en sus particularidades y las comenta con textos de la escritura y del padre Chevrier.
El arzobispo Olivier de Germay presentó la exhortación apostólica “Gaudete et exultate” del Papa Francisco sobre la santidad en el mundo contemporáneo. Todos conocen el llamado a la santidad, pero ésta debe pasar de la cabeza al corazón. Es un camino que inicia con el bautismo y atraviesa todos los estados de la vida. Sorprende la invitación del Papa Francisco que exhorta a pensar en la santidad en la vida ordinaria, en los pequeños gestos ordinarios que se realizan con amor. Es interesante el equilibrio que el Papa supo proponer en su Exhortación. Nos propone la centralidad de Cristo, a partir de Cristo, y que la santidad de nuestras vidas se mide con respecto a la presencia de Cristo en nosotros y que crecemos en santidad en la medida en que Cristo crece en nosotros. Una santidad que se construye en nuestra situación concreta para que podamos vivir las obras de misericordia. Nos invita a no oponernos a la acción y a la contemplación, a no separar el evangelio del servicio, lo espiritual de lo social. Lo que me llama mucho es entender la vida cristiana, como dice San Pablo, como una vida guiada por el Espíritu Santo. El Papa escribe: “pregúntale al Espíritu Santo qué es lo que Dios espera de ti”. Antes nada está escrito, todo se da en el presente, con la ayuda del Espíritu Santo y, por lo tanto, el discernimiento es necesario. Otro aspecto es la voluntad de soportar las adversidades de la vida, una forma de superar la omnipotencia del deseo. Cristo libera del ego, de la violencia. La santidad es un camino comunitario, una hermosa provocación en una cultura individualista. El santo es aquel que sabe llorar, que se deja tocar por el sufrimiento y que en su prueba sabe donar la alegría que es un regalo de Dios. Finalmente, la santidad conduce a la misión: la evangelización es parte de la santidad, salirse de uno mismo para anunciar a Cristo con parresía, con audacia. El Papa Francisco es un reformador como lo fue Francisco de Asís.
La Superiora de las Hermanas del Prado, Marie-Jo Barrier, dio simbólicamente la palabra al padre Chevrier que, al escribirles dos cartas, evoca la santidad. La conciencia del Padre Chevrier sobre la necesidad de convertirse en santo es tan fuerte como su determinación de proponerla. Un impulso que habita en su interior, desde su experiencia personal de Dios. El corazón de esta experiencia es la contemplación de Cristo que se hizo pobre en la Encarnación. De aquí le vino el impulso de acercarse a los pobres de su tiempo y de acercarse a ellos con un estilo de vida caracterizado por la elección de la pobreza. La condición de vivir en la pobreza forma parte de la vocación del Prado si queremos acercarnos a las condiciones de vida de los pobres, destinatarios de la misión. Al igual que con el padre Chevrier, la condición de pobreza ayudará a situarnos en la Obra Divina: será Dios mismo quien la lleve a cabo, no depende de nosotros y, además, su eficacia pasa por la experiencia de la cruz.
La responsable del Instituto femenino del Prado, Pilar Queralt Capdevila, nos adentra en su comprensión de la santidad del Padre Chevrier: Chevrier estaba enamorado de Cristo, era un apasionado de un Cristo pobre en la encarnación. Fijará su vida en Jesús y la decisión de seguirlo más de cerca. Este fue el origen de su acción como catequista de los pobres. El estilo de vida de Chevrier es singular porque no emprendió iniciativas para los pobres sino con los pobres, haciéndolos protagonistas de su liberación mediante la fe. Su método de formación es tan sencillo como efectivo: iluminar la inteligencia con el conocimiento, tocar el corazón con el amor y determinar la voluntad de actuar.
Con su vida nos muestra que la expoliación para vivir la pobreza es la condición para abrirse a la acción de la gracia y sin miedo de ofrecerle a Dios su poquedad y pobreza. Hoy las laicas consagradas vivimos en la búsqueda de heredar el carisma de Chevrier. En el núcleo de la secularización, en el actual pasaje de la época, somos conscientes de la urgencia de la misión evangelizadora. Somos misioneras contemplativas en el seno de la vida social y Laboral.
El Postulador, el padre Gianni Festa, ofreció un mensaje sencillo y muy programático. En primer lugar, señala que la Postulación General de la Orden de Predicadores recibió con beneplácito la petición de la Familia del Prado y de la Arquidiócesis de Lyon de continuar la Causa para la Canonización del beato Chevrier, por considerarla una causa digna de atención por la veracidad, la actualidad y el significado profético/eclesial de la vida y el carisma del beato. La canonización también nos permitiría pasar de una memoria interna en la familia Pradosiana y en la Diócesis de Lyon a una memoria universal.
Después enumera las oportunidades que se deben considerar:
1. La reanudación de la Causa recaería positivamente en las ramas de la Familia mencionada porque fortalecería sus lazos de fraternidad y sería una oportunidad valiosa para revitalizar los rasgos espirituales, carismáticos y misioneros de su identidad. También sería una bendición para la iglesia de Lyon.
2. La canonización del beato Antonio Chevrier, un sacerdote secular, podría reafirmar, en términos de imagen pública, el valor del sacerdocio católico en la iglesia francesa, sacudida por los recientes escándalos que tanto dañan la imagen pública del sacerdocio y que la han abierto a un proceso de verdad y respeto hacia las víctimas.
3. Elementos a favor de la reanudación de la Causa:
– La verdad de una vida sacerdotal que se olvida por completo de sí misma y que se dedica enteramente a la misión por los más humildes y pobres;
– Actualidad de la espiritualidad y el carisma de los Beato: fundada en el misterio de la Encarnación. La actualidad de la intuición (inspiración) de Chevrier en Nochebuena de dedicar su misión sacerdotal al servicio de los olvidados y abandonados de los suburbios de la ciudad, como un “pobre entre los pobres”.
– Importancia de los rasgos “eucarísticos” de la espiritualidad del beato y, por lo tanto, de la espiritualidad de la familia Pradosiana.
– Reputación de santidad: ya comprobada con la beatificación.
4. Qué hacer para que se retome Causa:
– En primer lugar, ¡parece trivial decirlo! – creer en la santidad; no ser prejuiciosos ideológicamente con respecto a la santidad oficialmente reconocida (canonización); la colaboración sincera y efectiva por parte de todos; ¡confianza en el Postulador!
– Es muy importante reavivar el culto al Beato, dentro de la familia pradosiana y en la Iglesia francesa; rezar y pedirle orar al Beato, y exhortar a los fieles a que confíen en su Intercesión.
– Dar a conocer la figura del Beato;
– No tener miedo de afirmar una “identidad” espiritual, misionera y pastoral del mensaje Pradosiano;
– Retomar cuidadosamente los estudios sobre la figura del Beato (documentos, biografías de divulgación, etc.) y promover el conocimiento de los Archivos del Instituto.
5. Recopilar las señales de su reputación de santidad por el mundo instando a los fieles a informar sobre los casos extraordinarios de curación o posibles “milagros” que ocurrieron gracias a la intercesión del Beato.
Por lo tanto, en el camino y en virtud de la comunión de los santos podemos invocar a nuestro intercesor: “Beato Antonio Chevrier, ruega por nosotros”