RETIRO PARA SACERDOTES
Animado por el P. Reinaldo Fredy Ruiz Serna
Lunes 25 de octubre 2021
Reflexión 1
“Atraídos por Jesucristo para crecer como Discípulos de su Hijo”
CONTEXTO DE NUESTRAS REFLEXIONES
“Urgidos hoy por el trato con los pobres de nuestro mundo, tomando como guía espiritual a Antonio Chevrier, nos comprometemos a entregarnos «enteramente» a Cristo, La Palabra hecha carne, y a dejarnos conducir y modelar por su Espíritu para «ser completamente suyos» y «seguirle» en todos los aspectos de su vida de Enviado del Padre. «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»: De estas palabras de Jesús, meditadas continuamente por el Padre Chevrier, nace su comprensión de la misión del sacerdote y del modo de vivirla. El «Mural de Saint- Fons», en el que contempla cómo ha cumplido el Verbo su misión de Enviado del Padre, nos traza el camino que hemos de recorrer para llegar a ser discípulos y apóstoles de Jesucristo en medio de los pobres. «Sacerdos alter Christus. Debemos reproducir en toda nuestra vida la de nuestro modelo, Jesucristo: ser pobre como él en el pesebre, ser crucificado como él en la cruz para la salvación de los pecadores y ser comido como él en el sacramento de la Eucaristía. El sacerdote es, como Jesucristo, un hombre despojado, un hombre crucificado, un hombre comido». (Cons 5).
Nuestra vocación pradosiana de discípulos y apóstoles de Jesús crece en la Iglesia. Conscientes de nuestros límites, damos humildemente gracias al Padre por habernos sentido especialmente atraídos a conocer a Jesucristo, entregarnos a El e ir, con El y como El, al encuentro de los pobres, de los oprimidos y de los pecadores para compartir su vida y, con la fuerza del Espíritu, dar así testimonio de la Buena Noticia del Reino. Aquéllos de entre nosotros que, por la imposición de las manos y la unción del Espíritu, han sido ordenados sacerdotes, son constituidos ministros de Jesucristo en las naciones, desempeñando el sagrado ministerio del Evangelio.
La gracia de nuestro sacerdocio que nos configura con Cristo Sacerdote para hacernos capaces de obrar como en persona de Cristo Cabeza nos urge a vivir nuestro ministerio como verdaderos discípulos de Jesucristo al servicio de los pobres. (Const. 7)
CULTIVAR EL ATRACTIVO POR JESUCRISTO
«Sentís un atractivo interior que os empuja hacia Jesucristo» «¡Si sentimos en nosotros este soplo divino, si percibimos una pequeña luz, si nos sentimos atraídos, aunque sólo sea un poco hacia Jesucristo, ah! cultivemos este atractivo, hagámoslo crecer por la oración, el estudio, para que crezca y produzca frutos» (VD, 119).
El atractivo por Jesucristo en Chevrier comporta esta dimensión mística en el espíritu del Cantar de los cantares. Cultivar el atractivo por aquel que “ha herido mi corazón” (Ct 4,9) se hace en el Estudio de Evangelio, la plegaria, la oración.
Somos llamados a renovar nuestro compromiso en el estudio de Jesucristo, a encontrar caminos de perseverancia en este trabajo apostólico, a hacer elecciones para llegar a hacer del Estudio de Evangelio una práctica habitual de nuestra vida de discípulo y de apóstol; es por esa vía que nosotros podemos hacer crecer nuestra unión a Jesucristo, cultivar nuestra “sensibilidad de Dios”, no solamente para alimentar nuestra espiritualidad personal, sino también para la misión, para hacernos así capaces de “mostrar a Jesucristo”. (Doc. Preparación 22)
Evangelio de Juan 6, 35
35 Y Jesús les dijo: –Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed. 36 Pero, como ya os dije, vosotros no creéis aunque me habéis visto. 37 Todos los que el Padre me da vienen a mí, y a los que vienen a mí no los echaré fuera. 38 Porque no he venido del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado. 39 Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite el día último. 40 Porque la voluntad de mi Padre es que todo aquel que ve al Hijo de Dios y cree en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el día último.
41 Por eso los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo.” 42 Y decían:
–Este es Jesús, el hijo de José. Nosotros conocemos a su padre y a su madre: ¿cómo dice ahora que ha bajado del cielo?
43 Jesús les dijo:
–Dejad de murmurar. 44 Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre, que me ha enviado; y yo lo resucitaré el día último. 45 En los libros de los profetas se dice: ‘Dios instruirá a todos.’ Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él vienen a mí.
46 “No es que alguien haya visto al Padre. El único que ha visto al Padre es el que ha venido de Dios.t 47 Os aseguro que quien cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan que da vida. 49 Vuestros antepasados comieron el maná en el desierto, y sin embargo murieron; 50 pero yo hablo del pan que baja del cielo para que quien coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo
CONSECUENCIAS
1. El Espíritu Santo, como enviado del Padre, es quien inicia, acompaña, motiva este atractivo por Jesucristo. El atractivo por Jesucristo no es el fruto de santos ejercicios de piedad sino de un cultivo permanente, disciplinado y decidido del encuentro con Jesús a través del Evangelio.
2. Esto exige tomar conciencia del dinamismo de la fe como obediencia a los llamados del Espíritu, que nos remite permanentemente al proyecto de Dios como elección gratuita para ser santos e irreprochables. Ef 1, 3-10
3. Redescubrir la gratuidad del don de la vida, de la fe y de la comunidad eclesial al servicio del crecimiento de la misma fe.
TEXTOS PARA PROFUNDIZAR
4. El discípulo no es un repetidor del Maestro. El discípulo camina detrás de él y detrás de sus huellas, pero con su propia personalidad, con su historia, su cultura y con su libertad. El Espíritu no conoce la repetición porque como Dios es novedad absoluta, novedad que se va desvelando de manera progresiva. El Espíritu hace nuevas todas las cosas.
5. No podemos olvidar que la novedad toma en cuenta la continuidad, porque no estamos en el terreno de las novedades que envejecen, sino de la novedad que es inagotable, por lo mismo el discípulo está siempre en el terreno del cumplimiento inesperado. El Espíritu nos lanza siempre hacia el futuro, porque es garantía de los bienes futuros (Ef 1,14).
6. Seguir a Jesús, por lo tanto, es caminar en el Espíritu para comunicar la vida divina, para librar a los hombres del pecado, para congregarlos en el amor, para perfeccionar cada día la alianza de Dios con la humanidad y encaminar todo hacia Cristo.
7. Así como Cristo caminó guiado por el Espíritu de la verdad, el discípulo debe mantener siempre los ojos fijos en Jesús para poder descubrir cómo es que el Espíritu jalona la vida del discípulo, y esto implica, a mi modo de ver, caminar en la docilidad y la obediencia, en la mansedumbre y la comunión.
8. Si nos dejamos atraer por el Espíritu del Resucitado superaremos el grave peligro de una parálisis estéril. Jesús no dejó nada por escrito de manera fija, como el decálogo, porque el Espíritu se encargaría de conducirnos a la verdad completa. El Espíritu Santo es nuestro Maestro interior. Y eso implica para el discípulo aprender a caminar en este Espíritu con mucha humildad. Hemos de aprender a cultivar una profunda vida interior, porque es en el centro vital de la persona donde el Espíritu realiza su obra permanentemente.
VD 46 y 116, 119
Carta 56
Jn 6, 35-51
Ef 1,3.10