SUBSIDIO PARA LA HOMILÍA
DEL DOMINGO XXIV ORDINARIO
“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”
Mateo 18, 22
Lecturas bíblicas: Si 27, 30- 28, 7; Salmo 102; Rm 14, 7-9; Mt 18, 21-35
Evangelio de Jesucristo según San Mateo
Capítulo 18, versículos 21 al 35
“Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?». Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: “Señor, dame un plazo y te pagaré todo”. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: “Págame lo que me debes”. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: “Dame un plazo y te pagaré la deuda”. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: “¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos».
• Fraternidad en juego
La pregunta de Pedro sin duda nos hace recordar momentos cercanos o lejanos de nuestros grupos de hermanos. Lazos de sangre o simples conocidos, ¿cómo mantener nuestras relaciones llenas a la vez de complicidades, celos y malentendidos? Doy gracias al Señor por los hermanos y hermanas que pone en mi camino y que son para mí amigos, apoyos valiosos.
• Feliz cumpleaños
La Iglesia nos invita en este día a celebrar el nacimiento de María. Ella es aquella de entre nosotros que mostró más disponibilidad a los llamados de ese Dios sorprendente, él que eligió convertirse en uno de nosotros para salvarnos, desde el interior. María nos enseña a través de su delicadeza a
vivir relaciones más serenas. Confío a su intercesión una relación particularmente lastimada o bloqueada.
• Negociaciones
Presentimos en qué dirección querrá “empujarnos” Jesús en nuestras relaciones. Como Pedro, tratamos con frecuencia de negociar y de “moderar” su exigencia poniendo condiciones: “¿cuántas veces hay que perdonar…?”. La cifra siete parecía generosa. Pero como es su costumbre, Jesús nos lleva más lejos: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Pido al Señor el valor de perdonar más y más.
• Lecciones pedagógicas
Para alentarnos, Jesús narra una historia partiendo de la lógica “contable” que con frecuencia es la nuestra. Es la parábola del rey que quería saldar sus cuentas con sus servidores. Se usa la exageración pues diez mil talentos es en verdad mucho. Pero el rey se deja conmover por la súplica de su servidor. Doy gracias al Señor que no deja sin cesar de perdonarme mis faltas de amor por los demás, por mí mismo y por él.
• Generosidades
La continuación de la historia hace intervenir a otros personajes: aquellos que fueron testigos de la compasión del rey son testigos también de la falta de generosidad de aquel a quien se le había perdonado la inmensa deuda: “se apenaron mucho”. Esta narración es una invitación a no acostumbrarme a los perdones que son intercambiados y recibidos a mi alrededor. Señor, concédeme la gracia de ser un artesano valiente de reconciliaciones.
• Santa cólera
El rey lleno de compasión ahora está lleno de cólera contra el “mal servidor” que no se deja conmover por el sufrimiento del otro. Sí, hay cólera en Dios frente a nuestras cerrazones unos frente a otros. Pido al Señor la gracia de tener un corazón como el suyo: un corazón “alérgico” a la injusticia, un corazón que se deja alcanzar por la angustia de los demás.
• Contagioso de perdón y de paz
En esta narración, Dios está representado bajo los rasgos de un rey impresionante tanto por su capacidad de perdonar una gran deuda como por ser exigente con aquel que no es misericordioso a su vez. Y para que comprendamos bien la relación estrecha entre perdón recibido de Dios y perdón a dar, Jesús nos dice: “Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”. Lejos de ser una amenaza, es una invitación apasionada a tomar en serio el “Padre Nuestro”: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Sí, seamos artesanos incansables del perdón y de la paz: nuestro mundo, nuestras familias, nuestras comunidades cristianas tienen tanta necesidad de ellos.
Orar al centro del mundo con el Papa Francisco
Para que los recursos del planeta no sean saqueados sino compartidos der manera equitativa y respetuosa.
Tenemos una hermosa oportunidad para hacer limpieza de nuestro corazón y empezar con el pie derecho. Hagamos la lista de las personas que consideramos cercanas y hacia quienes tenemos recriminaciones, pues nos han herido y eso no pasa siempre. Lo sabemos bien: nuestro corazón todavía está lleno de amargura, de reproches, de críticas… Cada día, pensemos en una persona particular y reflexionemos sobre lo que fue lastimado en nosotros y barramos también ante nuestra puerta: ¿acaso no reaccionamos nosotros también en exceso? Luego, planteemos una acción concreta para pedir perdón, sea directamente, sea en la oración. Continuemos así todos los días de la semana, incansablemente con un corazón lleno de piedad. Y dejemos que suba en nosotros la paz cuando el perdón finalmente sea dado.
Pedro no debió haberse sentido decepcionado por la respuesta de Jesús a su pregunta. Ni tres veces, ni siete veces sino setenta veces siete… eso es mucho. Entonces, basta de cuentagotas, la lógica contable para saber si hemos hecho bien o no y si hemos sabido negociar bien con Dios. Jesús nos hace entrar en el misterio del perdón con vigor. El perdón es la base de toda relación humana hecha de torpezas, palabras inapropiadas, y algunas veces heridas. Debemos perdonar cada día, incansablemente.
¿No es lo que hacemos espontáneamente con los niños que acumulan tonterías? Les perdonamos siempre y todo, pues los amamos con lo más profundo de nuestro ser, frente y contra todo. Entonces, hagamos como Dios, perdonemos sin límite.