SUBSIDIO PARA LA HOMILÍA DEL DOMINGO XXVI ORDINARIO
“Las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios”
Mateo 21, 31
Lecturas bíblicas: Ez 18, 25-28; Salmo 24; Fil 2, 1-11;
Mt 21, 28-32
POSIBLES PUNTOS A MEDITAR DURANTE LA SEMANA PARA UNA PREPARACIÓN REMOTA DE LA HOMILÍA
En el Templo
La Iglesia escuchaba el domingo pasado el evangelio de los obreros de última hora. Esta parábola nos recordaba primero que el Señor honra sus contratos y sobre todo que en su gracia superabundante él actúa de manera distinta a las meras leyes del comercio. Historia destinada a los discípulos en el camino de Jerusalén. Esta semana, caminaremos con un pasaje en el que Jesús discute con sumos sacerdotes y sabios del pueblo: la élite religiosa. Mientras tanto, Jesús está en el Templo. El evangelista señala que Jesús está como en su casa, dispuesto a revelar quién es Dios. Doy gracias a san Mateo, a quien festejamos el lunes 21 de septiembre, y me inmiscuyo en su conversación con Jesús.
a la viña
La élite religiosa no se atreve a responder cuando Jesús les sondea respecto al bautismo de Juan. Nueva parábola, la del hombre con dos hijos. Escucho a este padre pedir a sus dos hijos que “vayan a la viña”. ¿A qué puede parecerse? A aquella en que hay que recolectar la uva. Me concentro en esta viña, me permito asociar otras imágenes según mi imaginación. ¿A qué tipo de trabajo puede desear un padre enviar a sus hijos? Puedo llevar en mi oración la educación de los jóvenes, algunas semanas después del regreso a clases.
23 Tomar un desvío
Sigo en la actitud del primer hijo. La de un hombre que cambia de opinión y termina por habitar el deseo de su padre… después un desvío: su obediencia al padre no es servil, supo oponerse a su orden antes de ir a cumplirla. ¿Qué pudo haber pasado en su corazón? ¿Cuánto tiempo de desvío tomó? En la parábola, quizá un día. Pero justamente es una parábola: la duración de este desvío quizá llegó a sumar años. Confío al señor mis desvíos.
Un sí de fachada
La intención del segundo hijo no es más que fachada. Se “pega” demasiado a su padre para cumplir la tarea en libertad. Su aquiescencia es la de un hombre dividido que debe en realidad debe sentirse muy cargado por la herencia familiar, con la que no sabe qué hacer. Confío al Señor la tristeza de ver a un hombre que se aísla porque tiene miedo y no se atreve a encontrar su camino. Que los “sí” que he dado en respuesta a las solicitudes de las personas que me rodean sean sin reparo.
Etiquetas
Jesús opone a los “publicanos y prostitutas” a los “sumos sacerdotes y sabios”. El primer binomio, a la inversa del segundo, ha creído en la posibilidad de cambiar de estatuto. Creer es eso: no encerrarse, en sí mismo o en los demás, en una identidad, pensar que llevamos etiquetas que nos asignan un estatuto de por vida. El encuentro con Cristo puede cambiarlo todo. Así, mi condición de católico no es un estandarte ni para mí ni para mis hijos. Es a través de mis acciones que seguiré o no viviendo esta identidad. Ayúdame, Señor, a vivirla el día de hoy, mañana y siempre.
En movimiento
Antes de Jesús vino Juan el Bautista. Los sumos sacerdotes y sabios lo habían visto. Sin cambios. Oyeron a quienes se pusieron de pie y creyeron en él. Sin cambios. ¿Qué dosis de “suficiencia religiosa” absorbieron para permanecer así de fijos? Considero el tamaño del riesgo que enfrentamos de “momificarnos” unos a otros en un estatus: “católicos”, “ateos”, “evangélicos”, etc. Como en testimonio del primer hijo, la fe invita más bien al cambio, al dinamismo, a la creatividad. Señor, concédeme como a este primer hijo, poder recibir el surgimiento de vida que lleva a la viña.
Nada está nunca fijo
“Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida”, nos dice el libro de Ezequiel (primera lectura). En prefiguración del Evangelio, se nos recuerda que nunca estamos condenados por nuestro pasado ni por nuestras acciones. Nuestra historia es lo que decidimos hacer de ella: el primer hijo tuvo así el valor de reorientar el curso de su historia. Infinita y preciosa libertad que siempre nos vuelve a poner en acción, en movimiento, y nos concede recibir la salvación del Padre. Nuestras comunidades también están llamadas a no permanecer estáticas en los determinismos ni los condicionamientos presentes, las fallas de la Iglesia. Como comunidades, planteemos acciones concretas para progresar hacia Cristo.
Orar al centro del mundo con el Papa Francisco
Para que los recursos del planeta no sean saqueados sino compartidos der manera equitativa y respetuosa.
La historia de la Iglesia está llena de personas cuya conversión sorprendió a todo el mundo. Con amigos o en familia, o solo en la casa, trato de recordar algún ejemplo, no necesariamente de un santo o santa, sino alguna mujer u hombre cuyo oficio o situación no le predisponga para nada a elegir los caminos del Evangelio. Una persona que se drogaba, una persona detenida hace mucho tiempo, un malhechor arrepentido… Encontramos en la Biblia varios personajes de conversión inimaginable a los ojos del mundo: Pablo que de perseguir cristianos se volvió el mejor defensor, o incluso la mujer sirofenicia cuyo descaro y fe van a sorprender incluso a Jesús. Recordar a estas figuras lejanas o cercanas y prepara para entrar con ellas en el reino de Dios.
Hay palabras de Jesús que han conservado su fuerza original. ¡Qué hay más provocador hoy en día que anunciar que las personas que se prostituyen nos precederán en el Reino! ¿Para qué, entonces, convertirse y tratar de comportarse según un ideal evangélico, si quienes se entregan a una vida disoluta serán mejor tratados que nosotros?
Este escándalo evangélico se llama la misericordia. El evangelista Mateo, recolector de impuestos de su gobierno, sabe algo de ello. Era considerado uno de los excluidos del Reino por los religiosos de su tiempo. Sin embargo, Jesús lo miró con misericordia y lo llamó. Mateo no pudo resistir: se levantó y lo siguió. Su conversión estaba en marcha.
Nosotros también, esta semana, tratemos esa mirada de misericordia. Nos sorprenderá su efecto.