UNA EXPERIENCIA DE CAMBIO ESTRUCTURAL DE LA ECONOMÍA PARROQUIAL Y DIOCESANA
“A propósito de la Conversión Pastoral”.
P. Francisco Galo Sánchez.
Diócesis de Ciudad Juárez, Chihuahua
1.- Introducción: Es importante situar la VI Carta Pastoral del Obispo don Manuel Talamás Camandari, dado a conocer el 25 de mayo de 1969 y puesto en práctica a partir del 7 de septiembre de ese mismo año en toda la Diócesis, abarcando en ese tiempo la de Casas Grandes.
Nuestra patria vivía la situación político-social muy convulsiva por todos los movimientos de protesta e inconformidad contra la injusticia. Situación no exclusiva de México, sin embargo, con una clara peculiaridad y característica. Se respiraba un aire de cambio radical en todos los ámbitos, así como clamores en todos los sectores sociales pidiendo ser escuchados y reclamando justicia ante lo padecido.
Fue en este contexto, cuando don Manuel llegó, después de participar en el II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrado en Medellín. Esta
reunión lo marcó mucho y animó a tomar decisiones que trajeron un gran impulso en la vida eclesial, marcando no sólo a los creyentes, sino siendo pionero en las Diócesis del país en las decisiones asumidas.
Yo me voy a referir sólo a la relacionada con la cuestión económica, dejando las otras reformas para otra ocasión, pues también requieren de un análisis más sereno.
2.- El método: ver-pensar-actuar
Como efecto de lo vivido, escuchado y convencido, el Sr. Obispo lo reflejó –como buen filósofo que fue y sobre todo, pues estudió la especialización en esta rama del saber – muy claramente en su escrito, que por cierto fue la última en escribir.
Él señalaba la realidad de ese tiempo, -copiando tal y como lo imprimió- diciendo: 1) “Una de las formas en que cumplen los miembros de la Iglesia, su deber de cooperar para cubrir los gastos de retribución a los sacerdotes, de sueldos a los empleados de los templos y de compra de las cosas requeridas para el culto y para la limpieza y conservación ordinaria de los mismos templos, es hacer un donativo en ocasión del bautismo, de la confirmación, del matrimonio y de las exequias”.
Es lo que en el lenguaje eclesiástico se denomina: aranceles, la cual sigue siendo muy común en todo México. Luego viene un comentario interesante: “Ahora bien, aunque ésta costumbre es justa y razonable, se presta a que ciertas personas irreflexivas que no profesan nuestra fé, y aun de nuestra misma fé, tengan la impresión de que el servicio de los sacramentos y sacramentales la Iglesia los proporcione a título de pago propiamente dicho, a la manera de todos los servicios prestados por médicos, abogados, etc.; lo que aparte de ser falso, es inconveniente”. Relaciona el cobro con la celebración y lo ve inconveniente, pues hay un hecho que queda oscurecido y sale de algún modo perjudicado y es el de recibir la fe.
A continuación dice: 2) “Es de todos conocido que debido a la situación económica y social de nuestra Patria, en nuestra Ciudad Episcopal se concentran muchos miles de personas de condiciones económicas precarias, que son asistidas solícitamente por los sacerdotes de por lo menos ocho de las catorce parroquias de nuestra Ciudad. La misma crítica situación económica enfrenta la mayoría de las personas de nuestra Diócesis que viven fuera de la Ciudad Episcopal, dado el poco desarrollo de nuestros campesinos…”.
Quiero mostrar nada más la conciencia de una vivencia limitada económicamente hablando, en donde no siempre se puede disponer o contar. En esto desde luego es diferente en las demás Diócesis.
Por último, dice: 3) “A diferencia de otras regiones de nuestra Patria, en nuestra Diócesis es sumamente reducido el número de personas que cumplen con la llamada ayuda económica diocesana, que se debe cubrir anualmente para las múltiples actividades de servicio diocesano que deberían impulsarse habitualmente, como una amplia evangelización…”.
Es lo que desde hace muchos siglos se le llama diezmo y se nos enseña como el quinto mandamiento de la Iglesia, deber del cual todos estamos obligados a cumplir.
Ante este panorama presenta algunos textos tomados del Magisterio Eclesiástico tanto a nivel Universal como de Conferencias Episcopales en donde se nos invita a ser solidarios y sobre todo la vivencia de la caridad. No los copio porque suelen ser muy citados y sabidos.
Pasa luego al tercer momento y es el que más me interesa comentar: 1) “Introduciendo un nuevo modo de cooperación económica para los gastos ordinarios de la Iglesia, a fin de que los fieles realicen esta cooperación en forma totalmente independiente del momento y del número de veces que soliciten el bautismo… Por consiguiente, una vez que haya con qué sustituirlos, se suprimirán totalmente los donativos que acostumbran hacer los fieles en ocasión de los sacramentos…”.
Habla de un nuevo modo de cooperación, entonces no podemos ya llamarle diezmo para no confundir así como totalmente independiente, es decir, que no sea en el momento de solicitarlo, más bien en otro y sin la presión de quererlo recibir o con el miedo de no aceptarlos.
Para ello determina: 2) “Que cada familia católica acepte dar anualmente dos cantidades de dinero, que se recogerán en su propio domicilio, o que podrá entregar en lugares y a personas bien determinadas:
a) La primera cantidad se recogerá entre marzo y abril y será destinada al funcionamiento y manutención del Seminario Diocesano. Esta cantidad no requiere ser determinada de antemano…”.
b) b) la segunda cantidad, que de antemano determinará cada familia según su capacidad económica, se recogerá entre los meses de junio a diciembre, y vendrá a suplir lo que actualmente es la ayuda económica diocesana, y lo que ahora ofrecen los fieles en ocasión del bautismo…”.
Desde luego ambas propuestas fueron cambiadas con el correr del tiempo, pues hubo una serie de confusiones y dificultades en el momento de recaudar y no siempre se entendía la finalidad.
A continuación presenta una parte llamada: NOTAS, que son 3 para aclarar la propuesta de renovación económica:
1) “Seguirán realizándose las colectas que se acostumbra hacer en todos los templos durante los actos del culto…
2) Esta ayuda… no podrá hacer frente a construcciones de templos, ni a restauraciones de los mismos, sino que su monto se destina al pago de las necesidades económicas habituales y ordinarias …
3) Los donativos que acostumbran hacer los fieles… no podrán ser suprimidos sino cuando ya se haya reunido una cantidad suficiente para suplirlos…”
Estas notas sufrirán cambios y se añadirán otras conforme pase el tiempo y la misma experiencia fue despertando en todos los participantes, pues no era tan fácil entender y sobre todo aplicar.
Después de anunciar los cambios, presentaba una serie de motivaciones para asumir todas las implicaciones y a la vez modificaciones a realizar, tales como:
– Reto para asumirlo;
– Aceptar la propuesta sin malas intenciones;
– Confiar los unos en los otros;
– Exigencia; es lo que Dios pide;
– Responsabilidad de todos y no disculparnos por lo que otros hacen;
– Lealtad; no huir ni resistirse;
– Rechazo posible en algunos, pero que lo dialogue;
– Caída o Elevación; cuestionar nuestra oposición;
– Alternativa; saber que nos queremos poner del lado de Cristo, no contra Él;
– Disposición; nos recuerda la actitud a asumir;
– Anuncio; someternos al Espíritu Santo;
– Ejecución; se va a hacer de forma planeada;
Como decía, todas estas reflexiones son para todos los cambios propuestos – incluyendo el económico-. En ese sentido, muestra claramente que todos debemos reflexionar, no sólo cumplir, debemos asumir como nuestro, no nada más pensar que es un mandato, se debe meditar y orar, no tanto leer nada más.
Don Manuel incluso lo presentó a nivel de Conferencia Episcopal y en una de sus Asambleas, todos los Obispos se comprometieron a ponerla en práctica en sus respectivas Diócesis, poco a poco, de acuerdo a sus circunstancias.
Esta renovación económica fue solamente para los Aranceles, pues en 1983, fue cuando el Obispo determinó suprimir los Estipendios en las Eucaristías; para eso se le decía a la gente que escribiera el nombre de la(s) personas(s) por las que quisiera se aplicara su intención, lo colocara en el altar o en un lugar señalado por el párroco.
El Sacerdote celebrante aplicaría las Misas por todas las personas que habían puesto sus intenciones, buscando el momento más adecuado en la celebración Eucarística.
Los donantes colocarían en la colecta el dinero que desearan dar por la aplicación de sus intenciones y de este modo, todos tenían derecho a recibir la gracia Sacramental, sobre todo por sus difuntos.
3.- Ajustes sobre la marcha
Desde luego hubo varias modificaciones en el transcurrir del tiempo, queriendo mantener el espíritu original y no el mero cumplimiento de una norma, aunque no siempre fue entendida del todo.
¿Cómo se hace actualmente? Después de más 50 años, desde luego no se puede decir que todo sigue igual, ha habido cambios muy fuertes y cada vez son menos las Parroquias que lo siguen.
Lo que se hace cada año es establecer a partir del mes de noviembre hasta febrero, una campaña la cual se ha vuelto a llamar del diezmo, utilizando los medios de comunicación para hacer dicha actividad.
Se trata de dar el sueldo o las ganancias de un día si tienen negocio particular. Es por trabajador, no por familia, lo puede colocar en cualquier sobre. Puede llevarlo personalmente a la Parroquia o esperar personas designadas para que lo recojan.
Hay diferentes modos de recaudación; la gran mayoría la realiza entregando un sobre con la propaganda de la campaña a la salida de Misa dominical y la explicación del destino de lo juntado como sigue:
35% a gastos en el Obispado
30% se le devuelve a la Parroquia
25% se destina a apoyar a las Parroquias de escasos recursos
10% a la atención médica sacerdotal
Cada Parroquia emplea el 30 % que se le devuelva en lo que considere.
Hay otros que visitan las casas del territorio parroquial con el propósito de entregar y recoger dicho monto durante este tiempo, determinando tiempo para volverlos a visitar.
Cada Parroquia es libre de emplear el método que vea más conveniente; durante el mes de marzo se da de plazo para terminar de hacer los depósitos en la cuenta diocesana y a la vez cotejar con los comprobantes respectivos, las cantidades registradas.
Cuando la persona entrega su sobre o el dinero, se le expide un recibo impreso en el Obispado con las peticiones fiscales correspondientes, son de tres colores; el blanco para la persona, el amarillo para el equipo de economía del Obispado y el rosa para la Parroquia.
Se supone que con dicha cantidad, tiene derecho a recibir cualquier Sacramento y Sacramental que solicite sin ningún costo, para eso debe presentar su recibo cuando lo solicite. Ante esto, no falta quienes lo hagan en el momento de pedirlo y desde luego se cae en lo que se quiso corregir o evitar.
Existe un equipo integrado por Laicos, dedicados todo el año para capturar y hacer las listas de las personas que colaboraron en esa campaña, así como diseñar y tener todo el material propio para la siguiente.
Cada año nos entregan una lista de las cantidades reunidas y el número de donantes, poniendo la comparación con el año pasado, para ver la manera de tomar conciencia de la estadística y buscar incrementar el monto.
Este equipo también está disponible para acudir a las Parroquias que lo soliciten ya sea a capacitar a la gente o bien en asesorar las diferentes prácticas.
Lentamente se fue filtrando la costumbre de volver a cobrar al recibir algunos de los Sacramentos; sobre todo porque no faltó quiénes le dieran dinero al celebrante que lo suplía al cual le volvió a decir estipendio.
En una reunión que se tuvo con don Renato Ascencio León, se comprometió a respetar, fomentar y continuar con la práctica promovida por don Manuel, la cual, fue bien vista y valorada por los que participamos en ese momento, pero sin especificar las sanciones.
4.- Retos a tener en cuenta
Actualmente son más las Parroquias que cobran al administrar los Sacramentos, que aquellas que no lo hacen, pues al irse integrando en el Presbiterio los nuevos Sacerdotes, difícilmente promueven o entienden el espíritu que se quiso implementar y les es más fácil recurrir a la práctica común.
Una de las tareas solicitadas en la Carta Pastoral, fue la formación a los files, es decir, se nos pedía que mantuviéramos una constante educación sobre esto, pues con mucha facilidad se olvidada o bien llegaban creyentes de otras partes que desconocían nuestro plan económico.
La mayoría de las Parroquias no lo hacemos y sólo nos reducidos a la actividad recaudatoria, sin explicar ni dar razón de más cosas, tal vez porque no estamos tan convencidos. Quienes participamos de este proyecto somos –a lo mejor- quienes nos mantenemos y sostenemos esta práctica.
Es muy importante el interés y convencimiento del Obispo, pues sabiendo o aceptando si no lo fomenta, pues simplemente ayuda al desorden y al abandono. Uno
se justifica de muchas formas porque no quiere entender o no está convencido y si no recibe ninguna llamada de atención o corrección, pues lo va a continuar haciendo.
La mayor parte de la gente gasta en los festejos y preparativos (Bautizos, quinceañeras, Matrimonios…), siendo el pretexto de algunos para justificar el cobro, pues consideran este apoyo como un donativo, o bien una especie de limosna nada más.
Según las informaciones que recibimos por parte del Obispado, es entre el 8 al 10% de la feligresía quienes colaboran en esta campaña, dejando un porcentaje muy grande sin hacerlo o bien muy ocasionalmente.
A pesar de todo los errores y trampas que hacemos, se ha mantenido en servicio tanto las oficinas del Obispado, parroquiales, como el continuar apoyando las necesidades pastorales, eso sí sin poder solicitarlo para el mantenimiento de edificios o bien la construcción de nuevos.