Los iconos son una ventana abierta al infinito, a Dios. Reflejan una luz que pacifica nuestros sentidos y abre nuestro corazón a la plegaria.
Son una excelente guía para la comprensión más profunda del misterio cristiano y para la oración.
Nos invitan a que nuestra contemplación de lo bello se convierta en oración, en comunión con Dios y con todos los hombres y mujeres. Por la meditación y la oración podemos hacer que la luz se prolongue a los gozos, penas y esperanzas de cada día. «Hay heridas que solo la belleza puede curar «.