Ayer, al final del día, salía del patio del Santuario de san Judas Tadeo y vi una mujer que se retiraba pues estaban las puertas cerradas, mientras la empleada Carmelita cerraba el Interior.
La abordé y le pregunté si venía a ver a san Judas Tadeo. Me dijo que sí. Acomodé el auto y le abrí. Entró a la capilla y oró un rato ante la imagen, luego se dirigió a la imagen de la Virgen de Guadalupe.