
EQUIPO DE CHIHUAHUA
SEPTIEMBRE – OCTUBRE 2014
El Equipo de Ciudad Juárez nos propone cuatro semanas para hacer el Estudio del Evangelio
“La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. (La Alegría del Evangelio 1).
Propuestas del Equipo de Chihuahua
Septiembre / Octubre 2014
PROPUESTA DEL EQUIPO DE CHIHUAHUA
EL PODER SANADOR DE JESÚS (Lc 4, 31-34)
P. Carlos Pérez
Del 16 al 23 de septiembre de 2014
1. Desde qué experiencia pastoral hoy le pregunto al Evangelio
Me llaman para visitar a una enferma. De esto hace ya varias semanas. No platico sus pecados. Me plantea una situación angustiante (que se ha repetido en innumerables de casos). El marido de esta mujer la dejó por otra mujer hace como 30 años, con sus hijos pequeños; ella los tuvo que sacar adelante, “sólo Dios sabe cómo”. Ahora que ha fallecido la otra mujer, su marido le ha mandado mensajes para que lo perdone; le dice que ya está arrepentido (no lo está, pero ahora no tiene quién vea por él). Me plantea esta enferma su angustia. Sus hijos, particularmente uno, le dice: “si lo recibes, ya no vuelvo a la casa”. “Yo sé que no puedo comulgar mientras no lo perdone”.
Yo le comento varios pasajes de los evangelios sobre el arrepentimiento, sobre la corrección fraterna, sobre el perdón y la reconciliación, sobre todo cómo los vivía el mismo Jesucristo nuestro Señor, sin ingenuidades. Hoy no quiero proponerles ninguno de esos pasajes sino poner atención a esa Palabra que resuena en el interior de nuestra gente (de las que son buenas gentes, porque muchas otras ni siquiera se lo plantean) y saben que cristianamente tienen que perdonar pero no saben cómo. El perdón cristiano tiene su proceso, su profundidad de lo que sólo Jesucristo puede hablarnos. Por eso digo: cómo hace falta que los católicos nos acerquemos a los santos evangelios para dejarnos iluminar y orientar con más claridad por esa Palabra que nos llama y que nos salva.
Estamos en el mes de la Biblia. Nuestra gente, como vemos, tiene necesidad de la Palabra de Dios. Esta Palabra, si nos acercamos a ella, puede dar respuesta honda a las muy diversas situaciones de las personas; no es de ninguna manera una evasión a los problemas de su vida; no es, lo sabemos con convencimiento, el opio que los adormece para distraerlos de sus sufrimientos. La Palabra de Dios es una Palabra que ilumina la vida del pueblo, que abre sus esperanzas, que los nutre, que los fortalece, que los salva integralmente. La Palabra de Dios es una Persona y es lo que queremos contemplar en el estudio de evangelio.
Sin embargo, nuestra Iglesia todavía no cae en la cuenta del lugar que debe ocupar la Palabra de Dios en nuestra vida cristiana y en nuestra vida de Iglesia. Esperamos que Jesucristo mismo nos conduzca a la escucha de la Palabra para que sobre esta Palabra construyamos nuestra vida de fe y nuestra vida de Iglesia como un cimiento sólido (cfr. Mt 7,24).
2. Sólo el Espíritu Santo nos permite entender el Evangelio.
Hagamos primeramente un momento de silencio para suplicar la asistencia del Espíritu Santo, para que sea el Espíritu el que nos ilumine, nos abra el entendimiento y el corazón a la Palabra de Dios. Sólo con el corazón de los pequeños y los humildes tenemos acceso a los misterios de Dios que se nos revelan en la Sagrada Escritura.
3. Leer y Releer el Evangelio
Veamos Lucas 4,31-44.-
« Bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: ¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios. Jesús entonces le conminó diciendo: « Cállate, y sal de él. » Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: ¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen. Y su fama se extendió por todos los lugares de la región. Saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: « Tú eres el Hijo de Dios. » Pero él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo. Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero él les dijo: También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado. E iba predicando por las sinagogas de Judea. »
4 Conocer y Amar a Jesucristo en el Santo Evangelio
Así, en ambiente de oración podemos hacernos las siguientes preguntas, éstas u otras que más nos ayuden a entrar en el conocimiento de Jesucristo y de su obra:
a) MIRANDO A JESÚS Y A LA GENTE
– Fijemos nuestra atención en la admiración de la gente. ¿Qué es lo que les provoca esa admiración?
– No nos cuenta el evangelista qué tantas cosas les enseñaba Jesús a esta pobre gente de Cafarnaúm, sólo nos platica el asombro de ellos porque se trataba de una enseñanza autorizada. Mucho tenía que ver con ellos, son sus vidas. Esta palabra tiene poder para limpiar a la sinagoga de su impureza. ¿Ellos eran los que tenía el demonio de la inmundicia o su reflexión sobre la Palabra antigua estaba viciada?
– La palabra de Jesús no se queda en una mera expresión verbal, provoca el milagro, un milagro autorizado, un milagro no aislado o individualista sino que se repite en el pueblo; su palabra es una palabra con poder para transformar.
– En este pasaje parecen equivalentes las palabras “doctrina”, “palabra”, “anunciar”, “predicar”. Repasemos el texto para que se fijen estas palabras en nuestro corazón.
– La expresión “reino de Dios” nos invita a comprender más ampliamente y a fondo la obra de Jesús, quien no se queda en el mero exorcismo o en la mera curación.
b) MIRANDO A NUESTRO TIEMPO
– ¿Cómo presenta nuestra Iglesia a la Biblia: como un mero libro religioso, un libro para el culto o como una Palabra que libera y transforma la vida del pueblo?
– ¿Qué tan centrada está nuestra gente en el conocimiento de la Sagrada Escritura como Palabra de Jesucristo? ¿Los y nos estamos educando en la escucha de esa Palabra?
– En tu diócesis y parroquia, ¿están involucrados todos (laicos, religiosas, sacerdotes, obispo) en la celebración del mes de la Biblia?
c) OTROS PASAJES DEL EVANGELIO
¿Qué otros pasajes del evangelio nos ofrecen la Palabra de Jesucristo como una palabra que salva y que es la base de nuestra vida cristiana?
Podríamos releer: Mateo 7,21-29. Marcos 7,6-13. Lucas 11,27-28. Juan 14,22-24. Lucas 8,19-21.
¿Qué otros textos pueden ayudar para que nuestra Iglesia, especialmente los católicos más sencillos, pero también su jerarquía, centre más su atención en el conocimiento de la Palabra por encima de otras devociones?
5. Una palabra del Papa Francisco
« El estudio de las Sagradas Escrituras debe ser una puerta abierta a todos los creyentes. Es fundamental que la Palabra revelada fecunde radicalmente la catequesis y todos los esfuerzos por transmitir la fe. La evangelización requiere la familiaridad con la Palabra de Dios y esto exige a las diócesis, parroquias y a todas las agrupaciones católicas, proponer un estudio serio y perseverante de la Biblia, así como promover su lectura orante personal y comunitaria. Nosotros no buscamos a tientas ni necesitamos esperar que Dios nos dirija la palabra, porque realmente “Dios ha hablado, ya no es el gran desconocido sino que se ha mostrado”. Acojamos el sublime tesoro de la Palabra revelada. » (Evangelii Gaudium 174-175).
6. Una palabra de Antonio Chevrier
« Hay que predicar con fidelidad. Sólo hablar de aquello que Dios nos ha enseñado, no decir nada por nosotros mismos. No decir más que lo que Jesucristo nos ha enseñado, el Evangelio. Si decimos algo nuestro, ya no es la palabra de Dios, es palabra humana. No predicarse a sí mismo, predicar a Jesucristo. Nos predicamos a nosotros mismos cuando todo lo basamos en el estudio, la combinación, el rebuscamiento, satisfacciones. » (V. D. 448).
« Cuando se tiene a Jesucristo, se tiene la sabiduría, y el que conoce a Jesucristo, conoce la sabiduría. Yo la he encontrado un poco en el estudio de las palabras de Nuestro Señor, pero es tan hermosa, tan alta, tan sublime, que es preciso contentarse con mirarla sin poderla poner enteramente en práctica. Pon en práctica la sabiduría tal como nos la da Jesucristo en sus divinas palabras, que han salido de su boca y que los apóstoles han recogido para transmitírnoslas; será vivir como los ángeles, será un rayo celeste sobre la tierra » (Cartas, # 440).
7. Acción de Gracias.
Terminemos dando gracias a Dios por su Palabra, por su Hijo Palabra hecha carne, porque su Palabra nos llena de vida.