PÁGINA DE CUADERNO DE VIDA
– Raquel y David son la viuda pobre que da “toda la vida”. –
P. Emilio Zaragoza
El 22 de enero de este año 2021, me pidió el Pare Miguel Ángel que atendiera a una señora, él tenía que atender a la delegada de un barrio, para asuntos de la construcción de una capilla nueva. Salí de la casa a buscar a la señora. Creí que necesitaba dinero, pero ella me dijo sin más, no vengo a pedir dinero, necesito ayuda moral.
Tanto las confesiones, como las entrevistas, las atiendo en el jardín paralelo al estacionamiento a lado sur del templo parroquial. Por eso al ir por dos sillas vi a un niño sentado en la cerca del jardín, al que le pregunté su nombre -siempre les hablo a niñas y niños e intercambio palabras aunque sea brevemente y de paso-; la señora me dijo, es mi hijo David y aquí me va a esperar. Él corroboró su nombre y terciamos palabras más.
Llamaré Raquel a esta señora, como llamé David al niño, tanto para proteger sus identidades, como por el significado de ambos nombres. Recuerdo muy bien sus nombres verdaderos.
Raquel me platicó todo el drama de su vida: despojo, humillaciones, desprecios, explotación y rechazos y, esto, aun de sus propios familiares. Traía una cajita de cartón en sus manos que contenía dulces de varios tipos. Los vende para sobrevivir.
Me di claramente cuenta que necesitaba ayuda económica, aunque ella misma me dijo que el padre Miguel le preguntó, ¿quieres dinero? “No, lo que necesito es platicar con un padre”. Por eso mismo, me envió a platicar con ella. Yo traía solamente algunas monedas. La noche anterior había ido al odontólogo y le había dado todo lo que tenía en mi haber en billetes como primer pago del presupuesto de la endodoncia. Estando con Raquel, pensé, ¿por qué no guardé por lo menos 50 pesos?, ahora podría dárselos a Raquel. Le di las pocas monedas que tenía y, realmente me dio pena no darle más.
En seguida le dije, espérame un momento te daré algo más que tengo. Fui a mi cuarto y le llevé la mitad de una cajita de cubre bocas (5) KN95 que una señora amiga de Atotonilco de Tula me regaló. Esto significaba un ahorro para ella y una protección en este tiempo de pandemia.
También le llevé un Nuevo Testamento, que conseguí con el padre Miguel Ángel en ese momento, y un librito con el Evangelio y pequeña explicación, de cada día del año 2021. Ella tenía la Biblia, que leía cada día, pero la perdió y quería ahorrar para comprar otra. Necesitaba leer el Santo Evangelio. También les di un fajito de estampas de San Miguel Arcángel con las dos oraciones que recomendó el Papa Francisco: “Bajo tu amparo…” y “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha…”. Ya para ese momento estaba su hijo también con nosotros. Les dije, récenlas cada día una o dos veces, para pedir la conversión de los abortistas y que libre al mundo del Covid-19.
Raquel ya me había ofrecido de sus dulces antes que le llevara lo anterior. Yo solamente tomé una oblea con cajeta, aunque ella insistía a que tomara más. Le dije que solamente eso. Cuando les llevé lo que ya dije, el niño David tomando la cajita me ofrecía más dulces; pero le dije, con lo que me dio tu mamá es suficiente. Muchas gracias, David. Me di cuenta que él es tan generoso, o más bien, tan libérrimo como su mamá Raquel. Libérrimo es quien da con liberalidad, es decir, lo da todo como nuestro Padre del Cielo que nos dio a su Único Hijo, porque nos amó y nos sigue amando (leer Juan 3,17) y, como nuestro Señor Jesucristo que dio la vida por nosotros porque “Nadie tiene un amor más grande que el que da su vida por sus amigos.” (Juan 15,13), a los que llamó hermanos después de su resurrección (leer Juan 20,17- 18).
Raquel y David son como la viuda pobre que dio, de su pobreza, “toda la vida” (panta ton bíon) Lu”o 21,1-4. Ese día me impresionó mucho tanto la entrevista como la oferta de ambos. Al hacer el Estudio de Evangelio correspondiente a la primera quincena del programa del Taller de EdE del Prado Zona Centro, que de san Marcos me fui a san Lucas, hice la reflexión de cómo la viuda pobre es figura de Jesucristo que da toda su vida que nos trajo la paz y la vida verdadera. Mi punto de partida fue el canto de los ángeles que se unieron al primer ángel que anuncia el nacimiento de Jesús (leer Lucas 2,14). De ahí partí para ver cómo desde la Encarnación, pasando por toda su vida y culminando con la muerte y resurrección de Jesús, éste nos trajo la paz y la vida verdadera. No necesariamente la interpretación que hago del donativo de la viuda pobre es ortodoxa; pero eso me inspiró la acción de Raquel y David.
¿Por qué los llamo Raquel y David? Porque Raquel significa “oveja” y, las ovejas, son figura de los pobres que son objeto del abuso de los poderosos: trasquiladas, explotadas, comidas, y, abandonadas para que anden errantes, como dice el Señor en Ez 34,2-6 como profecía, al prometer pastorearlas él mismo y que cumple en Jesús el Buen Pastor (leer Juan 10). Por otra parte, Raquel fue la esposa amada de Jacob (ver Gén 29,16-30), quien le dio a luz a sus dos hijos más amados, José y Benjamín. David, aunque literalmente significa “tío”, por las consonantes hebreas con las cuales se escribe este nombre, le han dado el significado de “amado”. Siento que Raquel y David, dentro de su desdicha y abandono se sienten y se saben “amados” del Señor. Esto lo vi y sentí en su actitudes y acciones.
Señor Jesús, tú eres el Hijo Amado del Padre, así te proclamó él mismo en tu Bautismo y Transfiguración. Sabemos que en ti somos también sus hijos amados, concédenos la dicha de sabernos y sentirnos hijos amados de tu Padre, nuestro Padre. Concédenos con este saber y sentir, amar a nuestros hermanos de un modo semejante a como tú los amas y nos amas a nosotros. Por eso mismo concédenos dar con generosidad, y hasta con liberalidad, y así, dar toda nuestra vida en su favor, como también lo hizo nuestra amada madre, la Virgen María: “Aquí está la servidora del Señor. Que se haga en mí lo que tú dices” (Lucas 1,38). Amén.