Hernando Pinilla: Vivir para Servir
“Encontré tu persona en mi camino; y le diste a mi vida nuevo destino”.
Hernando Pinilla: vivir para servir
“Al descubrir el cáncer, comencé a elaborar mi propia muerte a partir del ejemplo de Jesús de Nazaret, de la manera en la que él asumió la suya; sin embargo, a él no le da miedo morir sino las torturas a las que va a ser sometido”, así se expresa el presbítero Hernando Pinilla Rey, frente a la enfermedad que padece a sus 84 años. A pesar de su miedo y sufrimiento por la misma, aún conserva su carisma y sentido de servicio a la comunidad.
En este mismo sentido, la sencillez de este hombre gironés ha cautivado a la comunidad religiosa, sus buenos actos y su manera de ver la sociedad ha permitido que las personas que lo rodean le consideren un ser maravilloso con muchas cualidades a destacar.
El Padre Hernando Pinilla es alto, con piel blanca llena de arrugas por la edad, ojos color café y cabello negro, que con el tiempo se ha convertido en un extraordinario tono cenizo claro. De esta manera lo describe Jenifer Rojas, la actual acompañante las 24 horas del día, en su vivienda del barrio Sotomayor de Bucaramanga, en donde piensa recuperarse.
Por otro lado, ella expresa que su forma de ser es práctica, sencilla y humilde. También dice que tiene una mente muy abierta y siempre busca el bienestar de las demás personas; por ejemplo, en su forma de vestir es bastante sencillo, solo una camisa, un pantalón y su típico reloj de cuerina color negro. De hecho, todo lo que hace es en bien del prójimo, pues además de que esta es una actitud propia de su oficio como sacerdote por el voto de pobreza que se realiza al ordenarse, Hernando la resalta con exclusividad propia, la cual produce mucha admiración por parte de las personas que lo conocen.
En su larga vida ha experimentado grandes sucesos desde su infancia, siempre realiza comentarios sobre la duda que le genera saber si cuando él era un niño y se confesaba, lo hacía de la manera correcta o si guardaba algunos pequeños secretos que no le permitían tener el perdón de sus pecados en su totalidad. Del mismo modo siente que ha cumplido a cabalidad sus metas y sueños, porque todo lo que construyó le hace sentir feliz y realizado.
Por su parte, la sobrina del padre, Claudia Pinilla, comenta que en su familia lo resaltan como aquel hijo, hermano, tío o cuñado que siempre está pendiente de los suyos, además de fomentar el cariño y las buenas relaciones familiares desde temprana edad. “Es humilde, sencillo y desprendido, mi mamá siempre dice: Hernando es un santo”, agregó.
Claudia también comenta que recuerda aquellas reuniones en las que su tío venía de Cali a visitarlos, donde acompañados por el armonioso sonido de una guitarra cantaban alegremente por las tardes, ya que como ella expresa, en su familia la mayoría son músicos; cualidad en la que el mismo Hernando se destaca.
El presbítero, es uno de los hijos menores de una familia de 11 integrantes incluyendo a su padre y madre, los inicios en el camino espiritual de la iglesia católica se lo inculcó su mamá, quien todos los días lo llevaba a eucaristía a conocer la persona de Jesús. Luego lo inscribió en el seminario menor, en donde conoció su verdadera vocación para el sacerdocio.
Cuando tenía la edad de 23 años logró ordenarse como sacerdote, con la aprobación de sus padres por su corta edad, en el municipio que lo vio nacer y crecer, Girón, Santander. Para su madre, Eliza Rey, la ilusión de que su hijo se volviera sacerdote tomó forma, la llenó de felicidad; ese día cuando por fin vio que todos los esfuerzos hechos, tuvieron fruto y logró ver a su preciado Hernando siendo servidor de Dios.
En esa continuidad, su primera labor como cura, fue ser parte del comité de la iglesia La Sagrada Familia en Bucaramanga, en donde duró alrededor de 21 meses, en la cual tuvo la oportunidad de conocer por completo el oficio del sacerdocio a su corta edad. Luego, viajó a París a estudiar por dos años, para complementar su conocimiento sobre la persona de Jesús y aumentar su fe.
En ese mismo caminar, tiempo después tuvo la oportunidad de estar en Medellín, en el Celam, cuando surgió el movimiento de la teología de la liberación en la cual lo juzgaron como un sacerdote marxista – revolucionario por ayudar a las personas de bajos recursos, los comentarios que le realizaron en ese tiempo le causaron una enorme tristeza, tanto así que él lo describe como su momento más desagradable.
Su labor como ministro de la palabra de Dios, le ha permitido tener muchas experiencias en el ámbito religioso y social, además de llevarlo a encontrar su mayor pasión de poder hacer que cristo sea conocido, amado y seguido, por todas partes, tal cual como fue en Lagos, un barrio en el municipio de Floridablanca, Santander, en donde celebraba la eucaristía debajo de un gran árbol de caracolí que daba sombra a todos los fieles, puesto a que el templo aún no estaba construido. Así lo recuerda su amiga cercana Carmen Mogollón, quien tuvo la oportunidad de conocerlo desde su juventud.
Más tarde, se daría paso a la construcción de la parroquia Santa María de los Lagos en 1978, tarea encomendada por Monseñor Héctor Rueda al padre Hernando, quien en total trabajaría por 12 años en aquel lugar como párroco. “La gente fue a celebrar la eucaristía, ahí estaban los muchachos de la Comunidad juvenil de Lagos (Cojula) y demás grupos pastorales de la iglesia católica, fue un momento muy feliz”, fueron las palabras del presbítero.
Tiempo después de su trabajo apostólico en Lagos, sus esfuerzos con la comunidad dieron fruto en abundancia, uno de ellos, fue en un grupo de jóvenes que se reunían en torno al conocimiento de Cristo, quienes acompañados por el presbítero se animaron a crear la hoy conocida Fundación Transformar, que actualmente continúa su trabajo en la vereda Guatiguará de Piedecuesta, con múltiples programas de apoyo a la comunidad, donde el objetivo en cada uno de ellos, es mantener el espíritu evangelizador que los inspira a seguir.
“El Padre Hernando es nuestro maestro y guía en el conocimiento de Jesús, nos forma y anima para continuar con Transformar”, así se expresa Iris Correa, la actual directora de la fundación, quien además opina que el padre Pinilla es un hombre disciplinado que todo planea y organiza, cualidades que sin duda los llevan a cumplir las metas propuestas. Por otro lado, él también les enseña con su ejemplo que la oración, el estudio del evangelio y la vida sacramental, son claves para vivir en unidad con el Padre Dios y por ende para ser felices.
Este gran hombre, como muchos lo definen, no solo ha apoyado el proceso de la Fundación Transformar, sino que además se desenvolvió como instructor en el Seminario Mayor Arquidiocesano de Bucaramanga (SMAB), en el cual se desempeñaba como docente de liturgia. Sin embargo, la gran diferencia generacional que existía entre él y sus alumnos no fue un obstáculo para acercarse a ellos y transmitirles de la mejor manera la pasión y el amor por Jesús de Nazareth.
“A pesar de su edad madura es un hombre pedagógico, didáctico, sus teorías no eran desactualizadas, con realidades y problemáticas diferentes a las actuales”, comenta el padre Juan Pablo, aprendiz de Hernando en el 2010, quien lo describe como un ser abierto, ético, moral y espiritual, en el ámbito educativo.
Por otra parte, José Caro, asistente y líder de la Comunidad Juvenil Guatiguará (Cojugua), comenta que los jóvenes suelen ver a Cristo como un Jesús de bolsillo al cual se acude a ratos, pero que le agrada la manera en que el padre le presenta a Jesús, como una persona digna de admirar y seguir, no solo a él, sino a tantos jóvenes que han tenido la oportunidad de escucharlo.
Así pues, el padre Hernando deja como enseñanza el primer mandamiento del evangelio, amarnos los unos a los otros como Jesucristo nos ha amado. A lo largo de su vida se ha dedicado explícitamente al servicio de la comunidad, a ayudar a los que de verdad lo necesitan, su legado quedará por siempre en las personas en las que logró cambiarle la vida de una forma significativa. Así mismo, es como este hombre nos enseña con su vida el arte de servir.
Hay algo interesante, y es que las personas piensan que practicar el amor, es besarse y abrazarse, no, esa es la forma de amor de pareja, pero hay otra forma de amor como lo dijo nuestro señor Jesucristo, que es ámense como yo los he amado hasta dar la vida por los demás.
Por lo tanto, nuestro señor nos da una enseñanza valiosa que es dar vida, entregarse, servir, ayudar, y promover. Así que, en la medida que podamos ir haciendo esto por la gente, el evangelio se convierte en fuente de vida, lo que creará ayuda mutua y vida comunitaria en amor.
Giselle Katherine Bermon Velandia
Silvia juliana Pinzón León
Comunicadoras sociales y periodistas en formación Universidad Pontificia Bolivariana Seccional Bucaramanga
Colombia
.