SUBSIDIO PARA PREPARAR LA HOMILÍA
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
Ciclo B
“No saben cuándo llegará el momento“
Marcos 13, 33
Lecturas bíblicas: Is 63, 16-17.19; 64, 2-7; Sal 79 (80); 1Co 1, 3-9; Mc 13, 33-37
Evangelio de Jesucristo según san Marcos
Capítulo 13, versículos 33-37
«Tengan cuidado y estén prevenidos porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: “¡Estén prevenidos!”».
• Vigilia y vigilancia
Un nuevo año litúrgico se abre ante nosotros y el Adviento es como la puerta. Jesús nos invita a todos -y me invita a mí personalmente- a través de una exhortación directa e insistente, a cruzar ese umbral: “Tengan cuidado y estén prevenidos”. La vigilancia es de rigor si no quiero perderme el momento del reencuentro, momento que
desconozco. Y quien habla de vigilancia debe practicar el identificar esta venida del Señor en las acciones y encuentros de cada día. Señor, abre mis ojos, abre mi corazón para discernir los primeros signos de este encuentro contigo.
• Historia de una partida
El dueño se ha ido. Y les confió todo lo que tiene. Les dio todo el poder y fijó a cada uno su trabajo. Todo está listo para que los servidores estén ocupados para que la espera del regreso sea activa. ¡Qué confianza habita a este dueño! ¿Acaso no es esta relación de confianza la que se instaura entre Dios y nosotros, entre Dios y yo? Cada uno sabe lo que tiene que hacer antes del regreso del dueño y espera de mí también una respuesta calurosa a los dones que me ha confiado. ¿Qué debo hacer? ¿Qué me ha confiado y qué se me invita a hacer dar frutos en este día e incluso todos los días?
• Portero velador
El dueño se ha ido. Pero ha dejado sus dominios bajo el cuidado de un portero cuya delicada tarea es velar. Cuidar del interior: cuidar a los servidores y permitirle a cada uno tener con qué cumplir su misión, velar por que la vigilancia de todos no se relaje. Cuidar también del exterior: permaneciendo alertas para recibir hasta el más mínimo signo que indicaría cuándo abrir la puerta llegado el momento. ¿Y si yo fuera el portero? ¿Cómo hago para vigilar? ¿Por quién debo velar el día de hoy?
• De improviso
Nueva insistencia. Jesús exhorta a sus oyentes y entonces a cada uno de nosotros también a no caer en estado de somnolencia en lo que se vive día a día. Pues Dios viene siempre de improviso. Estemos listos para recibirlo en los acontecimientos de nuestra existencia, en el otro a quien encuentro, en la Palabra leída o escuchada. Estemos atentos a todo lo que hace la vida del mundo, un mundo en espera de salvación. Ciertamente no sabemos cuándo vendrá pero, fieles a su palabra, su venida es segura. Señor, ayúdame a preparar con energía y paciencia tu regreso.
• Todos llamados
Velar es entonces la exigente misión llena de entusiasmo del portero. Ya no es un pequeño número a quien Jesús se dirige, sino a todos. Todos estamos llamados a convertirnos en porteros para vigilar hasta que llegue la buena noticia hasta las periferias y para que nadie sea excluido a su regreso. Convirtámonos en porteros que observan, actúan, exhortan y ayudan a hacer la voluntad de Dios. ¿Me siento llamado a esta misión? ¿En qué aspectos seré hoy un portero, un servidor activo de su Iglesia en salida? Señor, haz de mí ese portero que necesitas.
• En Adviento
Tiempo de espera, tiempo de deseo, tiempo de la esperanza, tiempo de la venida del Señor. Hemos recibido todo el poder y la misión en la espera del gran regreso. ¿El Señor nos encontrará de pie y despiertos o sentados y desalentados? Dios nos quiere a la vez activos y pacientes. El tiempo indefinido de su ausencia es necesario para nuestro crecimiento y nuestra resistencia interiores. Se me invita a mantener la confianza y a expresarle mi deseo: ¡Ven, mi corazón está listo para recibirte”. Señor, hazme crecer en esperanza.
• En Iglesia, convertirnos en un pueblo de vigilantes
El día de hoy, estamos aquí reunidos en iglesia para convertirnos juntos en un pueblo en vigilia. No es solo que nos volvamos vigilantes, necesitamos la esperanza de los demás para mantenernos en esta espera exigente. Así, en seguimiento de los primeros discípulos, nos encontramos deseosos de ser vigilantes y porteros que preparan la venida de Cristo en un mundo que hay que amar y salvar. Aquí se nos invita a estar atentos a los signos de su presencia y a las palabras que se dirán en el transcurso de la celebración eucarística para alimentar nuestra espera: “Si alguno tiene oídos par oír, que oiga” (Mc 4, 23). Señor, ayúdanos a entrar resueltamente en este tiempo de Adviento, ayúdanos a convertirnos en veladores celosos y creativos para hacer venir tu reino.
Orar al centro del mundo con el Papa Francisco
Para que los avances en robótica e inteligencia artificial sean siempre al servicio del ser humano
Para orar con esta intención de noviembre 2020.
Entramos en el tiempo de Adviento, y vemos a Jesús que hace de aguafiestas con sus discípulos. Les anuncia que no saben cuándo llegará el dueño a la casa. Ahora bien, sabemos que la Navidad cae en 25 de diciembre. Entonces, ¿cómo comprender el: “No saben cuándo…”?
La Navidad es una fiesta que nos vuelve ciertamente hacia el pasado: el nacimiento de Jesús que la Iglesia, en su tradición, eligió establecer el 25 de diciembre. Pero nos vuelve sobre todo hacia el futuro: la venida de Cristo en su gloria. ¿Cuándo? Ahí está el problema: no lo sabemos, o más exactamente, sabemos que nos sorprenderá su venida.
El Adviento nos prepara para recibir a aquel que viene. Ensayemos cultivar esta espera para que, una vez pasada Navidad, conservemos un corazón abierto para reconocerlo. En nuestros días no faltan pobres, inmigrantes o enfermos para “cruzarnos” con él.