SUBSIDIO PARA LA HOMILÍA DEL DOMINGO DE PASCUA 2021
– Salieron y fueron al sepulcro –
Domingo 4 de abril de 2021
( Juan 20, 3 )
Lecturas bíblicas: Hch 10, 34.37-43; Salmo 117; Col 3, 1-4 o 1Co 5, 6-8; Jn 20, 1-9
Evangelio de Jesucristo según san Juan
Capítulo 20, versículos 1 al 9
“El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos”.
• Seguirlo paso a paso
Esta semana, vamos a contemplar a Jesús en su Pasión y su Paso hacia el Padre. No vayamos demasiado rápido al domingo y a la alegría de la Resurrección. En efecto, cada año se nos invita a vivir paso a paso esta larga travesía con él. Es como un “entrenamiento” para aprender a vivir en el día a día nuestras propias pasiones y nuestros propios pasos de las tinieblas a la luz. Elijo esta semana tomar un momento cada día – tan solo 5 minutos – para vivir plenamente cada etapa de esta loca travesía de Jesús por nosotros, por mí.
• Ante el sepulcro
Al amanecer, María Magdalena va al sepulcro. Para hacer su duelo, necesita ver el cuerpo de aquel que la amó tanto y también tiene que llevar a cabo los ritos que no pudieron practicarse debido a la prisa del viernes. Las tinieblas exteriores
reflejan las tinieblas de su corazón. Pero lo inusitado ha sucedido: la piedra ha sido removida, el cuerpo ha desaparecido y nadie sabe dónde lo han colocado. Permanezco con María Magdalena ante el sepulcro vacío. Reconozco en mí la dificultad para comprender lo que sucedió aquel día y para creer que lo inusitado también es posible en mi vida.
• Primer testigo
Como María, madre de Jesús, que sentía prisa por ir a visitar a Isabel para compartir la buena noticia, María Magdalena se apresura para contarle a todos los discípulos. Su pánico es contagioso: Pedro y el otro discípulo también se ponen a correr. Primero juntos, luego separados. Si bien el discípulo al que amaba Jesús – Juan, según la tradición- se asoma y ve primero los lienzos colocados a un lado, deja que Pedro lo preceda al interior. Me coloco de nuevo a la entrada del sepulcro, con Pedro y Juan, y pido la gracia de la fe.
• Gestos y palabras
El jueves santo recordamos el momento en el que Jesús se ofreció plenamente a nosotros. Pedro y Juan estaban ahí. Fueron testigos de sus gestos y de sus palabras que con frecuencia repetimos. No comprendieron mucho de ese pan y ese vino de la tradición judía que de golpe se convierte en carne y sangre de su maestro. No adivinaron tampoco la inminencia de la Pasión ni el hecho de que se trataba de la última cena con él. ¿Recordaron todo esto ante el sepulcro vacío? Durante la celebración de esta noche, trataré de poner atención a los gestos y a las palabras de este Cristo que me ama, y trataré de velar un poco con él.
• Al pie de la cruz
Las lecturas y los gestos litúrgicos del viernes santo nos recuerdan cómo, desde los tiempos antiguos, Dios eligió ser un liberador que paga con su persona. Su misericordia y su compasión no tienen límite. Así, a través de la figura de Cristo en la cruz, Dios en persona se une a todos aquellos y aquellas que sufren. Miro a Cristo en la cruz y deposito a sus pies mis penas y mis combates, las penas y los combates de aquellos que me rodean. Como la gran oración universal de este día, abro mi oración y mi corazón a las dimensiones del mundo.
• En espera
Un poco como al día siguiente de un atentado o de un anuncio de confinamiento, puedo sentirme en shock y sin voz al día siguiente de la Pasión. Ya nada será nunca más como antes. La violencia y la muerte quizá hacen que me sumerja en el desaliento, pero se ha hecho una promesa. Jesús regresará. Según la tradición, hoy está ocupado porque “desciende a los infiernos”, lugar de los muertos que esperan la resurrección. También me coloco en espera de la vida nueva.
• Un Día nuevo se levanta
Qué semana acabamos de vivir. Cuántas palabras y acciones perturbadoras. Incluso si cada año pareciera ser la misma historia que revisitamos, no podemos acostumbrarnos a este Dios que ama hasta el final. El evangelio de este día nos
invita a crecer en la confianza. Atrevámonos a recibir el hecho de que la Resurrección no es justo un evento de hace dos mil años. Atrevámonos a mirar el
sepulcro vacío y creamos que es una promesa que se nos hace a cada uno y a toda la humanidad. Pues la Resurrección impacta mis relaciones y mis acciones de todos los días. Pidamos la gracia de vivir con la luz del Resucitado en nosotros, elijamos vivir con él como hombres y mujeres de pie, como seres contagiosos de la salvación de Dios.
Orar al centro del mundo con el Papa Francisco
Por aquellos que, arriesgando su vida, luchan por los derechos fundamentales bajo las dictaduras, los regímenes autoritarios, pero también en las democracias en crisis.
Jesús acaba de vivir su Pasión. Todos lo han abandonado, salvo algunas mujeres que permanecieron con él hasta el final. Su aventura terminó mal, en una cruz. Aquellos que habían puesto su esperanza en él están decepcionados y confundidos. ¿Cómo es posible que el amor no sea amado? Además, el Sabbat no permitió que embalsamaran correctamente su cuerpo para rendirle un último homenaje.
María Magdalena no se da por vencida. Va al sepulcro al amanecer cuando despuntaba el alba. No encuentra el cuerpo de Jesús. Advertidos por ella, Pedro y Juan corren hacia el sepulcro. Está vacío. La noticia parece tan surrealista que, estupefactos, regresan a su casa.
Como los discípulos, ¿creemos que Jesús está a partir de ahora presente a nuestro lado a pesar de los sentimientos de ausencia que nos embargan algunas veces?
La fe de la Iglesia nos sostiene.