SUBSIDIO PARA LA HOMILÍA DEL V DOMINGO DE CUARESMA
– Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo.-
Domingo 21 de marzo de 2021
(Juan 12, 24)
Lecturas bíblicas: Jr 331, 34-34; Salmo 50 (51); He 5, 7-9; Jn 12, 20-33
Evangelio de Jesucristo según san Juan
Capítulo 12, versículos 20 al 331
“Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. Él les respondió: «Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada, ¿Y qué diré: «Padre, líbrame de esta hora? ¡Sí, para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!». Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar». La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel». Jesús respondió: «Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir”.
• Nacer en alguna parte
Se habla de varios lugares en unas cuantas líneas: hombres que venían de Grecia que llegan a Jerusalén, se dirigen a Felipe, que es originario de Betsaida de Galilea, para ver a Jesús. Todos estamos en alguna parte, con un origen que puede alegrarnos o pesarnos. Podemos tomar tiempo para recordar el lugar o lugares de los que provenimos, nuestras raíces, lo que estos lugares tienen para nosotros de ventaja o de peso, y damos gracias a Dios por ellos.
• Felipe
Interesémonos en Felipe. Tiene dos características: primero, es un pragmático. Antes de la multiplicación de los panes, interpela a Jesús: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. Luego, es un verdadero discípulo-misionero: él es quien lleva a Natanael, a los Griegos y a otros a Jesús. Podemos reconocernos en él: no comprendemos siempre las acciones de Jesús pero somos llamados a dar testimonio de él. Entonces, hagamos llamado a la intercesión de Felipe para convertirnos en discípulos–misioneros.
• Quiero ver a Dios
“Queremos ver a Jesús”, dicen los Griegos a Felipe. ¿Esto es algo que nosotros decimos? ¿Estamos animados por el deseo de ver a Jesús, de ver a Dios, de conocerlo más íntimamente, de ser más cercanos a él? En este tiempo de Cuaresma, podemos pedir esta gracia de un deseo cada vez más ardiente de ver a Jesús, con la fe de que, al verlo, al contemplarlo, podremos seguirlo y parecernos más a él.
• Si el grano no muere
La imagen del grano de trigo que utiliza Jesús quizá no nos habla mucho. Siempre estamos ante una elección: la vida o la muerte, el movimiento o la inmovilidad, la apertura o el encierro. Tenemos la tentación de obsesionarnos con lo que tenemos, nuestras posesiones, con lo que somos o parecemos, con nuestra imagen, nuestros títulos, nuestras responsabilidades… corriendo el riesgo de convertirnos en esclavos de todo ello. Preguntémonos cuál es la envoltura de nuestro grano, aquello que nos cuesta trabajo soltar, y pidamos al Señor la gracia de la libertad.
• San José
La Iglesia conmemora el día 19 de marzo a san José. Esta Solemnidad toma una dimensión particular en este año dedicado por el Papa Francisco a san José. La vida de José es una ilustración de la palabra de Cristo: José murió a sí mismo, renunció a la vida tranquila de carpintero que habría repudiado a María conforme a la ley moral. Pero no, José -humilde y obediente- se volvió disponible al Señor y dio mucho fruto. Oremos con confianza a este hombre mayor en la fe y pidamos por su intercesión la fe y el abandono al Señor.
• Para la vida
Las palabras de Jesús son exigentes y pueden dar miedo. Sin embargo, nos recuerdan aquello para lo que estamos hechos profundamente: estamos hechos para la vida, para una vida eterna. “El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna”. No se trata de no amar la propia vida, sino de no ser su esclavo. Se trata de ofrecerla, de vivirla plenamente con Dios y en Dios. Pidamos al Señor un gran deseo de esta vida eterna que nos promete y a la que nos llama.
• ¿Qué elegiremos?
Mientras que la Cuaresma se acerca a su fin, Jesús nos invita a una elección. Esta elección es la que se presentó a los Hebreos durante la liberación de Egipto: “Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha” (Dt 30, 15). Para nosotros, se trata de identificar aquello que en nuestras vidas nos encierra y nos
entorpece, y de elegir a la inversa aquello que nos libera. Así, la verdadera liberación pasa por la elección de servir a Cristo y de seguirlo. Esto puede dar miedo y es normal. Pero hemos recibido de parte de Cristo una promesa: “donde yo esté, estará también mi servidor”. Nunca estaremos solos. Siempre estamos con él. Tengamos este deseo, cada vez más cercanos a él.
Orar al centro del mundo con el Papa Francisco
Para que vivamos el sacramento de la reconciliación con una profundidad renovada, a fin de saborear la infinita misericordia de Dios.
Jesús tiene en verdad un don para enseñar y causar un movimiento interior en sus oyentes. Para ello, utiliza con frecuencia parábolas que presentan un evento familiar (un hijo al que le urge recibir una herencia), una actualidad dramática (el buen samaritano, los viñadores homicidas) o una actividad agrícola (el sembrador). Jesús es un gran observador de la vida cotidiana y social de la humanidad, esta humanidad que eligió compartir. Esta manera de observar el mundo, en particular la naturaleza, es una invitación para nosotros de convertirnos como él en “místicos con los ojos abiertos” capaces de ver a Dios en todas las cosas.
Ya se ha dicho, muchas imágenes de Jesús provienen del mundo agrícola: el sembrador, la semilla de mostaza, el grano de trigo… Incluso para los citadinos que ignoraban cómo funciona el crecimiento de un grano de trigo, esta imagen permite sentir todo el trabajo de muerte-nacimiento que se despliega en la naturaleza, trabajo en el que Jesús nos invita a entrar con humildad y fe.
¿Qué es necesario que muera en nosotros para desplegarnos mejor? ¿Cómo dejamos que Dios actúe en nosotros? No tengamos miedo de los pequeños granos de trigo.