El Papa Francisco hablaba ya de cómo la crisis del coronavirus sorprendió a todos, como una “tormenta” que se descarga de repente, cambiando súbitamente a nivel mundial nuestra vida personal, familiar, laboral y pública. Esto puso en evidencia la vulnerabilidad y conLngencia que nos caracterizan como humanos, cuesLonando muchas certezas que cimentaban nuestro proyectos en la vida coLdiana. La crisis es una señal de alarma y nos hace considerar con detenimiento dónde se hallan las raíces profundas que nos sosLenen. Él mismo ya sugería un camino para enfrentar esta crisis: “El peligro de contagio a causa de un virus 3ene que enseñarnos otro modo de contagio: el contagio del amor, que se transmite de corazón a corazón”
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/ “SHALOM”, EN LA BÚSQUEDA DE PLENITUD
En el primer día del año la liturgia nos ofrece una bella bendición que Dios sugiere para su pueblo: “El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer tu rostro sobre 9 y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz” (Num. 6).