UN CAMBIO IMPORTANTE EN MI VIDA
Del Cuaderno de Vida de
Francisco Galo, Ciudad Juárez.
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No es una página del Cuaderno de Vida como tal, pero sí un hecho que lo escribí en él y que ahora me piden compartirlo, lo cual acepté con mucho gusto, desde la humildad del servicio como me hicieron ver.
En el mes de mayo me citó el Obispo J. Guadalupe Torres Campos, me propuso un cambio: ser padre espiritual del Seminario mayor. Al escuchar la propuesta le hice algunas observaciones, no para rechazar sino para tenerlas en cuenta.
Después de algunos comentarios, sólo me dijo que le diera tiempo para pensarla más. Desde luego lo ví conveniente y posteriormente me habló para confirmarme su decisión de realizar ese movimiento. Yo le agradecí la confianza que me brindaba y sobre todo traté de verlo con cierta esperanza.
Personalmente, hacía unos dos o tres años, me había convencido que ya no iba a ser posible ese movimiento, puesto que se había intentado y a final de cuenta, no se llevó a cabo, de ahí mi seguridad de descartarlo. Cuando me lo propusieron tuve que platicarlo con algunos de mis hermanos del equipo. No tanto para discernirlo sino más bien, para comentarlo y ver el panorama que se presentaba.
Con los que platiqué me aportaban el verlo como una oportunidad que el Espíritu Santo me daba y a la vez el servicio que podía brindar, por las características personales, sin llegar tampoco a ser presuntuosas.
Durante varios días mi oración fue esa: ¿Qué quieres Señor de mí?, ¿Por qué hasta ahora? Poco a poco fui encontrando algunas luces, las cuales ahora se las comparto de un modo más ordenado y sobre todo más tranquilo.
1.- Verlo como SERVICIO
Lo puse con mayúsculas porque fueron las primeras palabras que me ayudaron a entender mejor el hecho. Uno fue llamado para servir, no para servirse. El servicio no se impone, se brinda, no es tampoco exigente de recompensa o mérito, más bien se ofrece sin esperar nada a cambio.
Considero importante ver así los cambios de destino, por muy fuertes o contrastantes que sean. Me permitieron entonces ver y releer algunos trabajos y Estudios de Evangelio en esa línea: ser servidores.
Uno, no debe poner “peros” para eso, más bien ponerse como nuestra Madre la Virgen María a que se cumpla lo que Dios quiera.
2.- Un aporte desde el Prado
Le dije expresamente al Obispo mi pertenencia y convicción de esta familia, desde luego que me pidió no lo impusiera ni tampoco hablará mucho. Yo mismo lo estuve pensando. Posteriormente platicando con algunos del equipo formador, percibo la importancia y valor de esta familia. Creo que el Prado tiene mucho que aportar y ofrecer no sólo en la formación, sino también en la presencia y acompañamiento de los candidatos al Sacerdocio y de los ya Ordenados.
El Prado nos ofrece muchos recursos y luces al respecto. Sin generalizar ni tampoco imponerlo en la vida formativa nada más, más bien incluirlo en nuestro servicio pastoral. Percibo la necesidad de saber tener una vida de equipo, una referencia, a no sentirse ni el protagonista ni tampoco aislarse, más bien saber aportar desde su experiencia y convicción el dejarse configurar por el Espíritu Santo. Es uno de los puntos que hemos trabajado últimamente en el Prado y que me permitió entender mejor este lugar en el que me encuentro. Esta familia le brinda a uno un sostén muy grande y sobre todo, un saber ser discípulo del Señor, por cierto tanta falta nos hace, no tanto el querer buscar un “modus vivendi” en el Sacerdocio.
3.- La centralidad en Jesucristo, lo es TODO
Es el punto trabajado en las reuniones de zona y que personalmente me ayudó mucho a valorar. De aquí se desprende muchas cosas, sin tampoco ponerlas como secundarias, sino más bien importantes en el mismo sentido: Tener al Espíritu Santo lo es todo, anunciar el Evangelio a los pobres lo es todo e incluso añadiría, trabajar en formar un equipo lo es todo. Considero muy valioso estos elementos básicos del Prado. No hace falta tal vez mencionarlos explícitamente, no lo sé, no entro por esos caminos para no crear conflicto, pero sí el verlos en mi persona y en mi convicción sacerdotal. Junto con esto, la Revisión de Vida, como el Estudio de Evangelio, los encuentro fundamentales, no por mandato ni siquiera por reglamento, más bien como una necesidad en la vida de uno, pues se requiere un estarse confrontando para no perder suelo y desubicarse.
Se lo dije a mi Obispo, el pertenecer al Prado me permite asumir con libertad y alegría, la Misión que él nos confía. Gracias al Prado no he cometido más tonterías ni tampoco reacciones que pudieran entenderse como viscerales, más bien, le permite a uno ser muy libre y a la vez, muy discípulo del Señor cuando se pone en sus manos.
Valoro, admiro y desde luego agradezco mucho a los que han prestado este servicio o lo vayan a hacer. El Prado nos coloca en el centro de la vida sacerdotal con seguridad y firmeza, pero eso sí, en donde afloran más las debilidades y limitaciones de uno, porque el escuchar a Jesucristo no siempre es fácil, hay muchos peros y en ocasiones pretextos. Si uno se abre y se arriesga a hacerlo, se entiende mejor lo que Chevrier quería comunicarnos y lo movía a seguir adelante.
4.- Hoy más que nunca, los pobres son una prioridad
Podemos llamarlos de muchos nombres y eso es una gran riqueza para todos y así evitar falsas identificaciones. Hoy urge mucho fomentarlo en la Iglesia. Cada quien sabrá cómo, o bien de qué manera, pues no pretendo dar recetas, pero lo veo con mucha urgencia, no se diga en el Seminario.
Esta Pandemia nos permite con mayor lucidez y convicción, la importancia de ver su lugar en la Iglesia. La situación por la que cada uno pasa, nos permite descubrirlos como evangelizadores de uno, aunque no se lo digamos ni siquiera lo mencionemos. Dejarse evangelizar por ellos, es un camino muy esperanzador.
El Seminario se presta para vivir en una “burbuja” hasta cierto punto cómoda, pero muy alejada de la realidad, tal vez por eso la desilusión cuando llegan a las Parroquias y no son tan escuchados. Es importante el retomar y vernos como discípulos siempre.
El aceptar que otro te ciña y te conduzca a donde no quieras ir, no es sólo una frase bonita del Evangelio, es la oportunidad para acudir al equipo de vida para ayudarte a mirar mejor, a saberte parte de una convicción, no tanto una frase de moda o bien un slogan oportunista, de Ocasión.
Es un signo también de pobreza porque no puedes tampoco decir esto es mío, esto es lo que quiero, más bien mostrar la disposición desde la cual, uno está llamado a servir. Ojalá y estas luces, les ayuden a seguir asumiendo la Misión que se nos ha confiado y sigamos sirviendo en la obra más bella del Señor: su Iglesia.
Francisco Galo Sánchez Ochoa