Carta de Héctor Villa, Coordinador del Prado Mexicano
Abril del 2020
La Sagrada Escritura, Pan Sacramental del Cuerpo de Cristo
El relato de los peregrinos de Emaús que en la Pascua hemos reflexionado, es la historia de un viaje espiritual a través de las calles desoladas del desencanto, la duda y en medio de la tierra oscura de la crisis de fe (“ellos se pararon con aire entristecido…nosotros creíamos, nosotros esperábamos”). Sin embargo, el hombre no se encuentra nunca sólo, hay siempre una presencia secreta de Dios en el camino. En el evangelio encontramos dos frases y dos acciones fundamentales: “Comenzando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras” (v. 27) “tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando” (v. 30). Hay una palabra y hay un pan de Jesús. Es con estos dos signos que la experiencia de Cleofás y de su colega se hace posible para nosotros hoy: El Cristo resucitado de hecho, ha celebrado en aquel día y celebra hoy, en particular cada domingo, la liturgia de la Palabra y la de la Eucaristía.
En cada eucaristía somos invitados a vivir aquel encuentro experimentado por los discípulos de Emaús, y escuchar aquella pregunta que inicia el dialogo: ¿qué van conversando en el camino?
Jesucristo siempre se nos hace el encontradizo: nos ilustra con su Palabra y nos confirma con su Eucaristía-Pan de Vida. Pero tal vez vale la pena detenernos solo en uno de estos elementos de la experiencia vivida por los discípulos: “¿no estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (v. 32).
En este tiempo de pandemia y de reclusión, la gente cercana nos pregunta ¿cuándo regresaremos al templo?, “extrañan la misa”, cuesta mucho desde la casa vivir las consecuencias de la fe y de la eucaristía. Nosotros nos sentimos también realmente “dislocados”, “desconcertados” por el cambio repentino que ha sufrido nuestra rutina y nuestros ritmos de trabajo y servicio. Y porque se evidencia palpablemente que en algunos casos hemos reducido el ministerio a algunas funciones y quehaceres. Este tiempo nos desafía y nos lanza preguntas, ¿cómo vivir creativamente nuestro ministerio en este tiempo? ¿cómo ayudar y acompañar a nuestra gente en esta realidad impensable en otro tiempo? El texto de Emaús nos ofrece un camino, nos invita y desafía a nosotros y nuestra gente para asumir radicalmente, hasta el fondo las consecuencias de “la Palabra de Dios como pan sacramental”. Jesús reanima a sus discípulos con el “pan de la Palabra” y el “pan de la Eucaristía”, dos panes ofrecidos en un mismo encuentro.
El Concilio Vaticano ya lo había planteado así: “La iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo” (DV 21).
En la tradición eclesial podemos captar la hondura de esta afirmación. Los Padres nos ayudan y nos permiten percibir con un realismo sorprendente y único: San Jerónimo expresó de muchas maneras la conexión entre las Escrituras y la Eucaristía: “Yo opino que el Evangelio es el cuerpo de Jesús y las Escrituras su enseñanza. Las Palabras de Jesús: “Quien come mi carne y bebe mi sangre” (Jn 6,54) pueden entenderse ya con respecto al misterio (eucarístico), ya también con relación a ese verdadero cuerpo y sangre de Cristo que es la palabra de las Escrituras… La Palabra de Dios es esa carne esa sangre de Cristo que penetra en nosotros a través de la escucha”. “El único bien que tenemos en el tiempo presente es el de comer su carne y beber su sangre no sólo en el misterio (eucarístico), sino también en la lectio de las Escrituras. El conocimiento de éstas es verdadero alimento y verdadera bebida que se recibe de la Palabra de Dios”; en efecto, “La escritura es el pan que viene del cielo”.
Sobre este punto también Orígenes se expresa con energía: recordando las palabras de Jesús (Jn 6,55) y después de haber reconocido que “su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida” añade: “También con la carne y la sangre de su Palabra nutre y apaga la sed del hombre como con un alimento puro y una bebida pura”. “Bebemos la sangre de Cristo no sólo cuando lo recibimos según el rito de los misterios, sino también cuando aceptamos sus palabras en la que reside la vida”. “Se bebe la sangre de Cristo por quien hemos sido redimidos, como se beben las palabras de la Escritura; éstas pasan a nuestras venas y, asimiladas entran en nuestra vida”.
San Jerónimo agrega de manera profunda: “Desconocer la Escrituras, es desconocer a Jesucristo”. El Estudio de la Escrituras, sabe así, mantener un vínculo irrompible con el misterio eucarístico y encontrar en éste un complemento necesario.
Para nosotros el P. Antonio Chevrier es un guía excelente por su amor a Jesucristo y por su trabajo incesante en las Escrituras: “El que quiere llenarse del espíritu de Dios debe estudiar a Nuestro Señor cada día: sus palabras, sus ejemplos, su vida; he aquí la fuente donde nosotros encontraremos la vida, el espíritu de Dios”
Este es un tiempo favorable que podemos aprovechar para profundizar esta verdad pero lo es también para ayudar a nuestra gente a tomar la Biblia en sus manos y hacerla compañera de camino. Dar este paso que tal vez no hemos cultivado a fondo nos puede ayudar a vivir el Emaús espiritual y a nuestra gente sorprenderse de la riqueza de la Palabra y de la posibilidad que se les ofrece para encontrarse con el Señor y “hacer arder nuestro corazón cuando leemos las Escrituras”.
Queridos hermanos sacerdotes de la familia del Prado, pidamos al Señor que “haga arder nuestro corazón” y acreciente en nosotros la conciencia de su presencia real en el sacramento del Pan de su Palabra. Que en su Palabra podamos encontrarlo vivo y real. Con el P. Chevrier busquemos “cada día estudiar a nuestro Señor”, conocerlo, amarlo y seguirlo mas de cerca!. Que allí nos ilustre como verdadero Maestro y nos lleve a buscarlo cada vez mas “comenzando desde Moisés, pasando por los profetas”, los Salmos y ante todo en su Evangelio y el testimonio de Pablo.
Dios les bendiga en esta pascua y nos conceda ser creativos y tomar riesgos buscando nuevos caminos para profundizar en su conocimiento.
¡Un abrazo fraternal a todos!
Héctor Villa
Ciudad Juárez
GUÍA DE TRABAJO
La Sagrada Escritura, Pan Sacramental
El Sacerdote discípulo y apóstol de la Palabra
- – Para reflexionar personalmente y compartir con los hermanos de equipo sea por WhatsApp sea por una llamada tipo videoconferencia (hay diferentes plataformas zoom, por ejemplo).
- ¿Qué es significativo para ti de esta carta en el contexto del aislamiento social y de la limitación en el ejercicio del ministerio sacerdotal ante los fieles?
- ¿Cuál es efectivamente la importancia que damos en la práctica a orar con la Sagrada Escritura?
- ¿Cómo avanzar personal y comunitariamente para que la Sagrada Escritura ocupe el lugar que le corresponde?
- Propuesta de Estudio de Evangelio
- a) Este estudio podría partir de una pregunta que recoja inquietudes acerca de si en este tiempo de pandemia hemos sido capaces, a nivel personal, o de equipo, sostenernos en la comunión sacramental de Jesucristo presente en su Palabra, o si en el ejercicio ministerial hemos ayudado a nuestras comunidades a centrar los ojos en el Señor (Hb 12,2) quien es la Palabra (Jn 1,1) La pregunta -teniendo siempre a Jesús como modelo- podría formularse así:
¿Cómo Jesús -siguiendo la tradición profética- se nutre del pan de la Palabra de Dios?
- b) Sugerimos dar respuesta a esta pregunta a partir de los siguientes textos:
Sal 119, 101-107; Is 55, 2; Ez 3 1-3; Mt 4,1-11; Jn 6,27
- Escribe los textos; da respuesta a la pregunta a partir de ellos; escribe un breve comentario de cómo Jesús se nutre de la Palabra de Dios;
- Da actualidad, sintoniza la luz encontrada con tu propia vida, con tu esperiencia y la de aquellos que te rodean
- Comulga a Cristo que está presente en su Palabra
- Trata de hacer una breve síntesis vital de tu respuesta a la pregunta en donde compartas cómo avanzaste en el conocimiento de Jesucristo y qué llamadas te hace.
c) Puedes compartir tu Estudio de Evangelio con los miembros de tu comunidad, con los catequistas, con hermanos de tu presbiterio o con tu equipo del Prado, sea por WhatsApp o por los medios que consideres oportuno